domingo, 9 de mayo de 2010

YA NO HACE FALTA QUE LO DIGAS

De pronto tuve deseos de entrar. Cuando la tarde tartamudeaba su réquiem. Y así fue que entre en tus dominios, para sangrar esta sed, amenazado por la luz que irradian las bocas presuras. Y así fue que entré en tus huesos para llorar tanta lluvia inútil, como si tantos cuchillas ya no supieran herir, con el animal herido alcance tu orilla, perseguido por la espuma. El amor con los dientes apretados negó su claridad, mientras hervía tu corazón como si en el último adiós se hubiese calcinado, junto a los reloj que descuida ese viento, que arrancó todos los rostros, que marcaban nuestros días, y por los tejados el humo seguía trepando azul en la tarde.
Me dejé morir en tu desnudez para adivinar las dolencias de los dioses, ardiendo, ardiendo, cubrí de palabras las heridas, hasta prender con un alfiler esa lágrima, que antecede el ardor. Y la lluvia siguió desmoronándose por todos los techos, grises, sin pájaros dispuestos a hundirse en el musgo, amantes resignados de todas las pérdidas.
Y el amor como un puzzle desordenado, en la mesa, en la cama, en las sábanas revueltas, en las ventanas inmóviles dónde nos asedian los malos pensamientos, como insectos dispuestos a devorarnos el ánimo.
Y al hundirme en tu orfandad sobrevino el grito, luego los aplausos, como si fuera una hazaña entrar sin permiso en tu cuerpo.

M.G.Freites

1 comentario:

  1. Palabras alcohólicas,leías durante una noche donde dormir resultó un díficil reto..-.una buena suma de cigarrillos fumados... pensando en todo,
    Belux88 cortazariana

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