lunes, 31 de mayo de 2010

CON SUS PROPIOS OJOS

Por M.G. Freites.

A Iván, en la distancia.
Es de noche y no puedo dormir, saco a pasear esta ansiedad por las calles desoladas del pueblo. Pienso en mi amigo, mi viejo amigo que en un vuelo de pájaros descendió por el precipicio azul, se fue una noche, y el tiempo hizo de su adiós un fantasma que muy tarde viene a acosarme con su estrella ciega, oscura de tanto olvido. Todavía lo escucho decirme, necesito un compañero en mi falta de fe, lo puedo ver con las piernas extendidas vaciándose un vaso de grappa, un mechón de pelo cayendo en su frente, y esa mirada extraviada en algo que siempre parece estar más allá.
No puedo decir que lo eché de menos, creo que ya era tiempo de buscar en lo perdido una tregua, un lugar distinto dónde pudiéramos ver la vida por separado. Siempre uno debe estar corrigiéndose aunque tenga mil años, decía mientas intentaba tratar con lo agonizante. Recuerdo los días en que caminábamos descalzos por la calle, con un libro de Bukowsky y dos vinos en la mochila, puedo imaginar dos absurdos canallas hablando de coches y de mujeres, a un costado de la vida, con las esperanzas perdidas en forma prematura. Recuerdo el banco de la plaza desierta en madrugada, dos sujetos que lo ignoraban todo de la vida, tirados allí ideando un suicidio, un asalto, una muerte decorosa entre tanta desgracia.
Ahora todo no es más que un remolino de palabras amontonadas contra toda voluntad. Inútil resulta a la distancia contar como atravesábamos puertas de vidrio en noches de alcohol, mientas los colectivos partían con rostros aplastados en sus ventanas. Días en que recorríamos la noche sin haber tocado una chica. La verdad es insoportable, decías, mientras tratabas de librarte de todo lo que cuesta esfuerzo.
Tuvieron que pasar años para calmar ese ardor que nació con nosotros. Siempre, siempre soñando con irme de este pueblo donde me quedó mirando una pared llena de inscripciones, fumando un Lucky Strike, y soñando con despertarme junto al mar con una chica macedónica. Y ahora es mi hermano el que se ha ido y se despierta junto al Pacífico entre los brazos de su mujer.
Aquí me he quedado yo, sin atravesar la línea aún, cuidando de mis padres y de mis asuntos, tengo una mujer delgada varios años mayor que yo, es melancólica y cree en la vida extraterrestre, tenemos mas de diez gatos, un perro que no ladra ni muerde, trato de no pensar mucho en todo esto, pero cuando uno menos lo piensa, es cuando más tiene los ojos puestos en todos lados.
Tal vez todo debía ser así, mientras todo ocurre sin orden aparente debo seguir luchando por convertirme en un hombre, y salir, de aquí, salir con la esperanza de que hay otro sitio, otra vida, aunque cada día esto parezca una inútil ilusión.

2 comentarios:

  1. ALGUNAS SE QUEDAN ATRÁS SIN VER NAA, ESPERANDO, SUERTE EN LAS ESTRELLAS COSMONAUTA, CARIÑOS, MIGUELÓN

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  2. a veces uno kiere partir pero hay una fuerza irracional que te lo impide, luego tenés que lidiar con la basura que te rodea, y lo úniko ke te impulsa a respirar, es ese deseo de kambiar tu mundo..
    KARPOnauta

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