domingo, 2 de mayo de 2010

FIESTA INTERRUPTUS

El disco empieza a girar, y entre las luces lo veo a Micky besarse con Anabel. Le acaricia el cabello, y ella alucina, se entrega a sus caprichos con los ojos cerrados. Mientras me bajo otro vaso de fernet comprendo que Anabel ya no está bajo mi influjo, que silenciosamente se ha librado de la prisión que le construí. Marcos se acerca, llena mi vaso, y me pregunta si van a poner algo de The Smiths. No le contesto, ni siquiera lo miro, sigo pensando en Anabel, qué pedazo de perra, justo con Micky tenía que apretar. Seguro que ese idiota la lleva a la casa de un amigo, llena de revistas pornográficas, le da un poco más de alcohol, y la convence de que se acueste con él. Un revolcón etílico con los labios espesos de fernet con cola. Puedo verlo a Micky susurrándole una canción de Charly al oído, con ese aliento apestoso a alcohol y marihuana, puedo figurármela hechizada, pensando en lo profundo que es ese chico. Pienso en todas las veces que la tuve entre mis manos, en las indirectas que le tiré cada vez que nos mandábamos mensajes de texto, en su rostro dominado por la furia un domingo por la tarde cuando Racing perdió por goleada, y arrojando la vista en el suelo planeó el próximo paso a dar. Aún no estoy derrotado, no me puedo retirar perdedor de la fiesta. Tomo un vaso más de fernet, y con la mirada turbia me acercó a dónde está bailando Jackie con sus amigas, y con la lengua viscosa intento besarla. Ella esquiva mi beso, se ríe y llama a su hermano. Le pide que me acompañe hasta la puerta. Manuel está un poco mareado, le dice y continúa bailando.

Rechazo la ayuda, esa idiota ha terminado por darme el tiro de gracia, miro por última vez a Micky, que en un rincón le está metiendo mano a Anabel, y me voy. Afuera hace mucho frío. Los pies se congelan en cada paso. Afirmados en la pared de una casa derruida los veo a Deadly whisper, Lou y Marcos encendiendo una hoguera. Me hago el distraído y me alejo pensando en lo trola que es Anabel, en las frases estúpidas que me diría Deadly Whisper para consolarme, y al llegar a la esquina, alcanzó a ver un bondi con las luces encendidas, casi vacío. Parece un trasatlántico.
Me trepo, arrastrando los pies, convencido que esta vez me he hundido al todo, eso sí con orgullo sin dar un solo grito de socorro.




1 comentario:

  1. La fiesta que acaba cuando las luces se apagan, y dónde está tu cabeza, todos le ponen precio

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