lunes, 24 de mayo de 2010

VINAGRES CENTENARIOS


Lo que la poesía reprime
como flores mustias arrojadas
a los sucios pies de un fantasma.
Lo escribo antes que los idiotas
pongan su banderita.

Feliz de estar lejos
de toda algarabía.
Alejado de todas
las palabras estériles
que usamos para hablarle
al amor, a la turbia pasión
de dos cuerpos en pugna.

Incrédulos sin estupor
en el margen de lo soportable
nos aferramos
a esta condición de poetas
apátridas,
mudos, muertos de asco.

Apartado de las pijas
patrias
que reverencian
los prolijos niños.
La vida es un campo,
un campo de concentración,
desde la incubadora
hasta el ataúd.
Flamea la bandera
del triunfador, esa súbita
nada a la que rendimos
cortesías
sin reclamarle este encierro,
esta prisión de fronteras,
de aduanas, de forros
uniformados.

1 comentario:

  1. En parte tenés razón, hermano. Celebrar las fronteras y las banderitas, que tantas veces han servido de excusa para la guerra entre iguales, no parece digno de elogio. Pero dejame recordarte que el desprecio por el otro no empezó con la división política y las insignias. Tal vez, antes de ellas la cosa era peor y cada hombre era su propia patria rodeada de enemigos. Acaso no se equivocaba Hobbes en Leviatán, al afirmar que nuestro estado natural ha sido la guerra de todos contra todos (Bellum omnium contra omnes). Podrás decirme que nada ha cambiado y que la patria es apenas una parodia de amor fraterno, pero es también la parodia noble de unos lobos que suspenden la matanza para aullar un himno nacional, un canto a la ilusión de ser manada. No será la Ciudad de Dios que soñó Agustín de Hipona, pero la historia recién empieza.
    En cuanto al desencanto feroz que se arremolina en tus versos; aceptame unas líneas toscas a modo de contrapunto.

    Durquesh

    Como todos los Hombres Sabios de Durquesh, Rajím ha perdido la fe. Como todos, también, marchará durante nueve días rumbo al horizonte de cielo y arena, agobiado por el peso aplastante del vacío. Y al brillar la noche novena, Rajím le dirá al desierto azul el único juramento admitido a los hombres de Durquesh: "Te buscaré fe amada, hasta el día de mi muerte"

    Jorge.

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