miércoles, 26 de mayo de 2010

UN BARCO EN LA FRONTERA

Por Luciano Achervi

Rimbaud y Sartre en el interior extraño de un habitáculo romboidal.
Afuera, la naturaleza incendiaria de primavera. Cipreses sorteados al azar del cierzo acompasan el devenir de la luna metálica en el pentagrama cetrino que se anuncia.
Sartre prende un cigarro mientras Rimbaud soliloquia cruzado de piernas a la par que abre su visión al exterior, percatando la luz irresoluta que extingue su llamarada en el eco asmático migrante.
Retorna la mirada y comienza a monologar.
En un ahogo infecundo, sólo trata de concentrar cada idea y rastro que prescriba la esencia misma de lo que es en verdad su postura, su cuestionamiento a presente y existencia misma, alrededor y epicentro de noche natural.
- Figúrese Sartre, lo que significa Francia en este momento, lo que puede ser y será. Sus suburbios que contemplan la decadencia social, pero decadencia para despertar los sentimientos y anhelos más profundos e intensos, más allá del logro que se les otorgue a quienes busquen despertar de la eterna melancolía.
Piense por un instante, si nosotros, franceses, construyéramos líneas divisorias, fronteras, pero que alcancen movimiento por sí mismas y que pudieran separar y sitiar todas las edificaciones gubernamentales insignificantes, y cada recoveco atomizado, constituirlo en un ente con poder propio.
Las fronteras en ese caso, avanzarían, socavarían con el instrumental necesario los espacios remotos para que sus voces pueblen la medianía del universo, este pequeño universo francés demonizado. No sé si me explico. Las fronteras del mayo francés, las llamaríamos, con su primaveral paisaje de revolución, aunados en ese cielo azul. Sí, en mayo y no en junio ni abril. En el mayo que se esconde de su pulso febril del invierno, pero que agita con estrépito su última escarcha pasajera.
Usted me diría con argumentos claros, que todo ello sería imposible de llevar a cabo, y tiene razón en dudar, pero dígame si no llevásemos este plan a la práctica, que demás está decir, faltan detalles: como quiénes van a integrar las fronteras, quiénes tienen la voluntad de ser franceses en las calles parisinas y, también, escoger el momento justo para aprovechar y desestabilizar; si no lo haríamos, qué pasaría, respóndame.




1 comentario:

  1. que bueno imaginar estos dos genios, en una discusión tendida... no se me hubiese ocurrido. Me gusta mucho tu idea de ficcionalizar espacios. Luz

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