jueves, 29 de julio de 2010

LA POSIBILIDAD DE UN CUERPO

                                                                              a Luciano Achervi,por tanta poesía
No resultan simpáticos los rostros que acerca el fin de la noche, un rasgo de afecto apenas presentido, una mano turbia que se alarga, otra que la recibe, un beso leve en cada mejilla o su posterior caricia, no importa, no son nada, ahora que todo terminó, no importan los ojos que espían desde la oscuridad, no hay forma de remarla cuando el alcohol te hace tambalear y con la lengua viscosa intentas besar a esa chica que yace desnuda en la cama que parece flotar, que se tuerce en cada loca embestida , y en estas condiciones pensar en lo que ya no está es errar el disparo.
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Ella es delgada, ¿existe?, el cabello oscuro desciende sobre sus pechos y su boca se abre abismal para derrumbar tu timidez, mientras en un espacio en blanco suspendido entre las cosas aúlla el otro que hay en vos, como si quisiera atravesar estos huesos, rasgar esta piel y sacar lentamente su cabeza abominable. La chica arrastra las palabras, te muestra su lengua, y arrodillada ante tu sombra, implora un poco de compasión. Sin dejar de mascar el chicle te suplica que la subas en tu coche, y a toda velocidad la lleves hasta Las Lajas, donde al calor del dinero los cuerpos se arrancan el pudor.
Pensás en lo que te espera, en la vida que cargas en tus brazos, en el rostro que oculta el verdugo, en las extremidades de un cuerpo sumergido en el fango, y creo que estas son las maneras de manifestarse cuando hundimos la cabeza en un océano de alcohol, acribillados por pastillas de trotyl, veneno que nos administran en cuentagotas los Hipocrates posmo.
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Todo ahora se parece a una horrible y abrupta vejez, hace tan poco era mundial, y eras tan hermosos, levitabas entre la espuma sin dejar de peinar el papel. Las sombras se ovillaban en torno a tu carne, y con los labios pringosos de licor buscabas besar la ilusión de un cuerpo, que se aferraba a vos sin manos, sin rostro, sin ojos, con la boca amordazada por hilos infernales.
¿Cuándo fue que el espejo pervirtió las caras?
Abundan las derrotas y el cuerpo ya no responde de manera admirable, respirabas dando grandes bocanadas, éramos capaces de tomar, tomar y tomar, la vastedad de lo animado bebíamos y algo de fuego, un hermoso brillo se nos metía en la nariz. Otra vez las sombras, el vacio que va mutilando los espectros como un eléctrico bisturí que abre a destajo las apariciones.
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El roce de tu lengua excita a la chica, y sus ojos huidizos, son brasas prendidas de tu carne, cuando vuelves de allí, ese lugar de pertenencia, donde el mareo es un insoportable poltergeist que pone el cielo boca abajo.
Las cosas se acercan y se derrumban, todo se desbarata y ya no soportas la desnudez espantosa de esa chica, que apenas puede moverse sin sospechar que ya no hay retorno.
No cuentan los despojos que deja la tarde, la vida que se va sin descubrimientos, el orgullo de haber derrotado a Marcos en esta alocada carrera hacia la nada, es un triunfo poder abrazarse a esas luces que se van enciendo, mientras todos los pianos se astillan en acordes afónicos, y en este estado pensar se torna insoportable, entonces te quedas muy quieto junto al ventanal y así observas por el cristal dibujado resplandecer el sol sobre el muro de exactas. La chica dice que se parece a la superficie de un cráter soplado por el fuego y vos en silencio contemplas los ojos de los chinos que se intercambian nombres, naipes, negativas; los matices que revelan con cierta intensidad el vacio; la muralla que construye en silencio el hastío.
Así entonces todo se reduce a unos buitres devorando tus entrañas, a la mujer de tu hermano en las páginas de una revista, al cuerpo de la chica que yace moribunda entre tus piernas; a este naufragio en tierra firme donde tratas de forzar esta nada perpetua que te rodea, que nos rodea.

M.G. Freites
ILUSTRACIÓN: Rob Gonsalves

lunes, 19 de julio de 2010

ES EL SOL QUIEN MUEVE A LA FLOR


 Por: Marcos Freites
                   Los dioses han pasado a ser enfermedades.
                                          Gustav Jung                                       
Ya no corras tras la flor
es en vano buscar a dios
entre los rayos de este sol,
pues toda fe perece de luz.
Ya no busques su nombre
es en vano forzar el silencio,
pues todas las voces apagó
este sol que alumbra sin cesar
las flores, sin jamás atardecer.

La flor está llena de ojos
el jardín ya la olvidó
y los insectos sobrevuelan
los pétalos sin saciar su sed.
Ya no sueñes con el ayer
aquí hay gente que se muere
sin haber visto nunca la flor,
y vos ciego de amor caes
sin darte cuenta que el sol
es quien mueve a la flor.

La semilla sin luna se hace carne,
los ojos sin calma se tornan fuego,
y ves en el límite del frío
crecer las uñas del diablo
sin haber tocado jamás la flor.
La luz del alba nos confunde
y sin apartar la inmensidad
en el ojo de una aguja
buscamos el aroma de la flor,
sin entender que todo destino
en la arena, fue escrito,
y solo el sol, posee la verdad.
¿ Siempre se ha de ver así
el amor bajo los pies del sol?
Un camello bebe de prisa
la sangre de todo rey.
¿Y si dispararas contra su luz
la flor buscaría cobijo en tu piel?
Se nos mueren los años, los días
y nos convencemos que es posible
tan solo usando palabras al revés,
sin comprender que es este sol
quien la mueve sin cesar a la flor.

Ilustración: Rob Gonsalves


jueves, 1 de julio de 2010

MOJIGATERÍAS


Fíjate en su mirada, le dije.
Mira a sus ojos, lee las intenciones.
Me dirás que me quiere,
y yo te diré su sentimiento.
Creerás que está solo…
creeré que está junto a alguien.
No me digas que es sincero,
su boca dice otra cosa
y su semblante, sus ojos desmienten.
Pero en el fondo parece bueno,
en la superficie el amor pleno
y en el medio de su frente,
la sentencia latente.
Fíjate en sus sueños,
me dirás que es nobleza,
te diré la incongruencia.
Lo verás saludar al mundo
con una sonrisa que perpleja,
y tendré que decirte,
míralo cuando la cara de vuelta
y su mirada se desplome al suelo.
Dime algo que pueda convencernos,
como de sus genuinas intenciones,
de su léxico decoroso,
o más bien de sus proezas.
Me temo que no halles nada,
y sin ánimo condescendiente
te diré,
que lo que dice es improvisado
y lo que cree
lo repite de lo trillado.


 por Filomena Malabussi

Ilustracíón: Rob Gonsalves