viernes, 30 de abril de 2010

ÚLTIMO ACTO

















Las dudas lo asaltaron cuando iba a tomar el balón justo al final del paredón. La bomba había estallado sin acusar demasiados daños. La señora de enfrente lo observó todo, luego cerró la ventana y se echó a dormir su siesta. El Sortija, temía tomar esa bola caliente y avanzar entre los rivales, haciendo piruetas, temía quedar cara a cara con el portero, y errar el disparo. Los aviones seguían volando bajo, y lanzando nubes de gases tóxicos. El público, que se reducía a unos obreros de la construcción en pleno descanso, estaba expectante, deseoso que El Sortija la matara con el pecho, e iniciara una rauda carrera hacia el arco rival. Pero todo lo detuvo el árbitro, justo cuando la pelota se acercaba a la posición de El Sortija. Todos se miraron pasmados al oír el pitazo que marcaba el final. Desde la casita blanca que se usaba de vestuario un viejito con barba cubrió con las manos sus ojos, para ocultar el llanto. No había tiempo para esa corrida demoledora, todo se había acabado, y el mundo continuaría, girando, con sus guerras, sus atropellos, pero El Sortija para siempre había quedado congelado en ese instante en el que iba a recibir la pelota para dar el golpe de gracia. Una estatua de yeso, en el medio de esa canchita, dónde la muchachada ahora se pasa de mano en mano una tuca mal armada.

FOTOGRAFIAS

Las fotos impresionaban, uno pensaba qué hija de puta, pero eran sólo fotos que acumulaban la distancia de los hechos. Ella había llegado de prisa, dispuesta a darse una ducha ligera, para luego encender la computadora y conectarse con sus amigos. Así concluían todos sus días. Conversaciones que leía en el silencio de la casa, con el mismo encantamiento que se lee un poema en una pared, cuando estamos apurados. Pero algo detuvo la rueda de la rutina, algo que surgía de manera imprevista, como un volcán que vuelca su lava espontáneamente. Causaba asombro ese alarido congelado, los lunares de su piel resplandeciendo bajo la lamparita de 75 watts.

La otra chica desplegó artillería pesada, juguetitos que era una tentación verlos vibrar, y sin piedad disparó la cámara para coronar ese encuentro inicial en una plaza cerca de la catedral.
Las fotos eran una prueba de que todo eso había ocurrido, pero al mirarlas uno notaba la distancia, el muro que había entre esas imágenes, y los verdaderos hechos.
Ella a esta altura había agotado las palabras, había estrujado todo su léxico, y apenas la sostenían las fotografías, que no dejaba de mirar cuando la invadía, certeza de que una soledad desconocida asediaba su reinado.
Luciana Garamondi


jueves, 29 de abril de 2010

TIC -TAC NOCTURNO

¿A veces no has pensado, que el reloj de pared es alguien que trabaja todo el día y que sólo su tic-tac nocturno lo adormece por las noches? Sólo queda su pena para llorarla bajo las lluvias de la oscuridad, para dormirla en el silencio de la casa deshabitada, en las hojas del cuaderno sin escribir. La máquina sigue redactando informes mientras las almas duermen bajo el abrigo de un techo, sumida en sus sueños, despreocupadas de todos los cataclismos. Pero el reloj incesante sigue confusamente despierto, escuchando las voces de los fantasmas que debaten su destino a oscuras, sigue arrojando su música vacía sobre las cosas.

Van a ser las doce, y el hombre sin nombre consulta una vez más a cronos tal vez para hacerle saber al amo del tiempo que aún le teme. El libro se abre perezosamente en cualquier página y las palabras pasan como pasan las cosas sin sentido.
¿No te detienes a pensar que pasaría si se detuviera el gran reloj, si se cayeran los calendarios?
¿No has pensado que sucedería si el tic-tac resultara incluso más tétrico y despiadado de lo habitual?
Más allá de las horas escribo, y me estremezco al pensar que ese monótono sonido pueda ocultar el acecho de seres horripilantes que me quieren devorar, pero sé que el reloj continúa ahí indiferente, a los trazos de mi lápiz que descarrila por los renglones del cuaderno hasta que Morfeo me toma en sus brazos.
Sí a esta hora el maestro de las corridas marca el retraso a las citas, y los números se mueren de vergüenza en los ordenadores de las oficinistas, si en este instante el fantasma de la mecanógrafa acosada se despierta para detener el ajetreo cotidiano derritiendo los relojes, esta casa desde dónde brotan blancas y negras mi palabras seguirá meciéndose al vaivén del incesante tic-tac nocturno.


Luciano Abalo


SOUL IN A BOTTLE

 A Veces creo que lleno demasiado esta botella, que se cubre de elixires en un festín de vulgaridades. Hay días en que ese pequeño recipiente se rebalsa de líquido abrazantes, amnióticas absentas, hipoplásicas placentas y en la fulguración de sus burbujas habitan seres extraños. Durante mis minuciosas observaciones, debajo de una sábana blanca, vivo el roce de los instantes perpetuos, doy a luz las palabras no dichas, pero comprensibles. ¿Por qué será que atravesamos estos días de paz a ciegas agitados por el vértigo crepuscular?

¿Cuando dijiste que ya no podías sostener la baraja en qué pensabas?
En ese momento solté tus brazos, y deje que la arena enterrara la botella.
Hoy desperté junto a las sombras, en la altura fundal del embrión, y en el eclipse de los espejos compuse unas canción que lleva por nombre, Soul in a bottle. Creo que va bien teniendo en cuenta el parte meteorológico, que me invita a abusar del amor.
Cuando el alma se encierra en una botella y no sale por miedo a ver la luz, da un poco espanto, pero mientras una semifusa sostenga la melodía puedo continuar.
Algún día seré libre, y en el vaivén de las horas revueltas, me lanzaré a vivir, y no serán despojos de cosas lo que me sostienen ante los ojos de Freud.
La risa acaba en el consultorio, el diván es una nave a punto de estallar, el mensaje carece de significado, Deux lo crea o no, es irrelevante, es sólo la intuición naufragando en pentagramas borroneados la borde del colapso.
Por eso toma tus restos, recógelos con cuidado, minuciosamente, y aléjate sin despedirte.

Luciano Abalo


domingo, 18 de abril de 2010

RETAZOS DE LA INTEMPERIE II

Primero se sintió confundida, luego de un modo extraño, como si de pronto todas las reglas hubiesen evadido, una sensación de culpa caló en la profundidad de su consciencia. En medio de este proceso, varias cosas se unieron, la explosión, el amotinamiento, las hogueras, la purga, la locura.

Tan sosegado, tan intimo este instante en que uno se sumerge en su propio caos, y no ve más que su hoguera alzándose entre los otros fuegos. Y así a cierta distancia de todo,pensaba Anabel, algo se desliza, cae pesadamente, y reluce bajo la oscuridad como sangre fresca.
Una noche Él escapó de la unidad de confinamiento, mató a dos compañeros, les arranco con una ganzúa las vísceras, y corrió, corrió hasta el cuarto de Anabel, para huir juntos bajo el manto de todas las oscuridades impulsados por una fuerza que no les era propia.
Ahí estaban entre los pastizales a bordo de un coche robado rumbo a ninguna parte, empujados por un romanticismo que dentro de la fortaleza hubiese ido castigado con el más atroz de los martirios.
-Las fugas son siempre hacia atrás, dijo él mientras avanzaban a tientas por un camino que parecía estar hecho de algas, y la tierra empezaba a enfriarse.
-Después de atravesar la puerta, no podemos esperar otra cosa que una colisión, y no cualquiera es digno de un accidente, agregó acariciando con el garfio las piernas de ella que permanecía acurrucada en la butaca con la mente sometida a un constante bombardeo de Warmholes.
-Esas inyecciones son virtuales, aseveró él con los ojos puestos en la huella sólo alumbrada por los ojos vigías de algún astro, cuando lleguemos a Aguaturbia te limpiaré de toda esa basura. Los Warmholes no son más que moléculas de dominación inducida.
Al llegar a una encrucijada detuvo el auto, y le ordenó a ella que fuera hasta una estación de servicio, cuyas luces resplandecían entre las nieblas a enviar desde alguna máquina postal un mensaje que confundiera a los centuriones que estaban tras su captura.
-Olvídate que eres una hembra asustada y en celo. Haz las cosas con cuidado, le dijo abriéndole la puerta del coche.


Todo esto recordaba, Anabel, mientras las luces del hotel iban desvaneciéndose y una música tersa cubría el espacio, no dejando lugar a la respiración. Había llegado el momento de entrar al cuarto y acabar con este cúmulo de ensoñaciones. La existencia no es más que unas cuantas ilusiones prestas a esfumarse, pensó y entró. Sólo una pequeña luz naranja alumbraba la habitación desordenada. Sobre el velador yacía la máquina cubierta por un paño color caramelo, pudo reconocerlo por el cable fosforescente en forma de espiral que colgaba. Miró con ira a el hombre desnudo, tendido de espaldas en la cama, el pelo enmarañado, la respiración agitada, el cuerpo regordete , la cicatriz que atravesaba su vientre , el miembro pequeño y fláccido, el vello púbico encanecido. Despacio recorrió la geografía de ese cuerpo, infiel, desobediente, porqué intuía que sería la última vez que lo vería con vida.
Luego vio el cuerpo delgado de la chica, anoréxico, los pechos diminutos, enjutos, el hilo de sangre reseca entre sus piernas y sintió pena. Miró el reloj, ya casi era medianoche, tomo con cuidado la maquina, apago la luz y salió.
El frío se arrojaba sobre las calles desoladas. Los carteles luminosos del hotel se reflejaban extrañamente sobre el agua remansada en las cunetas. Recordó la noche en que él la había abandonado. Estaban en la casa de los padres de ella, habían bebido hasta la madrugada, a los tropezones subieron al cuarto, por la ventana se reflejaban las luces titilantes del faro. Ella apretó la flor en sus puños, y la arrojó al retrete. Él la observo indiferente sentado en calzoncillos en la cama. Recordó la canción de Las Adormideras: Cuando tienes el dominio/ aprendes a fulminar/ ese gran simio/que empieza a minar/el alma por atormentar/ todo te parece normal/ pierdes la decencia/ te entregas al mal/no buscas una salida de emergencia/ no solucionas tu deficiencia. Era su canción favorita, siempre la hacía girar en las maquinas musicales. Lo imagino a él con los primeros rayo del sol, a medio vestir, tomando la máquina y saliendo a hurtadillas hacia la plataforma. Entonces hurgo en los bolsillos de su mameluco, marco el código y telefoneó a la fortaleza. Indicó el hotel donde se encontraba el hombre y la adolescente. Camino hacia la galería y desapareció en las bocas calles que conducían hacia el suburbio. Se asemejaba a un fantasma que viste harapos en la fría noche invernal.


ESTA CASA ES DE SOMBRAS OCTAVIO

Esta casa es de sombras, Octavio. El espejo hipnotiza. Aquí seguimos sin pensar, homosexualmente solos, riéndonos de nuestros reflejos.

Queríamos saber cómo es, y como llega. Queríamos saber de la locura, y supimos. No podemos seguir dudándolo. Vino como una llovizna, con la delicada furia de lo real .Se alojo maliciosamente, poco a poco nos empezamos a hundir entre las sombras hasta casi desaparecer. Nos eran indiferentes todos los horrores, con los ojos abiertos a la incredulidad nos dormimos, esa noche.
No te mofes, Octavio con esa risa enfermiza, después de todo debo decirte que me has comenzado a asustar. Me asusto cuando apareces a medianoche con tu cabeza bajo el brazo. Me asusto cuando te veo así, asomado a mi ventana, decapitado y sonriente.
Sí, es de sombras, esta casa construida en el aire. La locura es todo lo que nos queda. Toda esa belleza prometida ha seguido brillando a nuestras espaldas. Con desgano has abandonado mi cuerpo en tu cabeza, como si por anticipado supieras que nada puedo hacer, que en estas condiciones huir de tu hipnotismo es un suicidio.
El fuego en la punta de tu lengua se mueve, sus chispas me invitan a abandonar mi coraza. La oruga sigue fumando el narguile, en la cima de tu almohada. “Hemos enloquecido, has enloquecido, y si no te atreves a poseerme seguiremos enloqueciendo,” dices, y el cielo se nos viene encima. Está dispuesto a aplastarnos, y no sé por qué, ante esta amenaza me vuelvo blando. Ese conejo va con demasiada prisa. Nuestros cuerpos, Octavio, se tornan resbalosos, y las sombras lo ocupan todo.
Con mucha dificultad devoraré tus fantasmas, sin entender lo que me pedís, eso si me hace gracia que tu dolor sea tan dulce. Luego vendrá la sangre, tu sangre como lodo, y esa carcajada teñida de desesperación que baja el telón de este drama hecho con retazos de locura.


LA VOZ DE LOS PADRES

Toman sus largos látigos, y suben a corceles nerviosos.
Entonces dan inicio a sus clamores.
Un cosquilleo nervioso que los ahoga.
Asaltos nocturnos que empalgan
la piel de la esposa dócil
con la vista fija en la pared.
 Nosotros somos tus padres. ¡Los creadores de tu belleza!
Cubiertos de riquezas sin poder repartir avanzamos estériles como tus días.
¡Benditos somos! ¡Nuestros encantamientos son fuegos reales!
-Morir burlando el frio brillo del acero es mi deseo secreto.
No se lo cuentes al verdugo que acuna mi pesadilla.
Holofernes, acude antes que la luna nos irradie
esa luz que apaga nuestro único don,
este ira que nos hace estornudar.
A la sombra de la verdad, ¿que necesita el ser?
- Saciar su impulso animal, es todo lo que queremos prendidos del verde pezón.


Nosotros te creamos en el abandono total de nuestras vidas.
Nosotros te enseñamos que a toda verdad ardiente
Se debe echar aún caliente a la boca.
Mojarla con salivas rancias.
Tragarla para reanudar este círculo
que se cierra sobre nuestra ciega deriva.
Trabajamos hasta envejecer, incansablemente.
Te dimos morada, y alimentos, te dimos amor.
Desde nuestra existencia jamás pensamos.
Ahora necesitamos que nos guíes hacia el camposanto
dónde esperamos la santa ascensión.
-Id dónde florece la tumba fría.


Nosotros somos carne de tu carne
toma los despojos de nuestros sabiduría
y llena tu gran boca.
Estás sediento, hijo
quieres beber sangre,
nosotros, tus padres, los cuellos te ofrecemos.
-Alejad vuestros rostros, os deseo la eternidad.
Ah, hijo, si pudieras comprender, si pudieras ver
la tierra que espera por tus pasos, no dudaría
en acompañar nuestra peregrinación.
-Fuera, fuera de aquí, padres del horror.
En el perdón jamás volveremos a creer.



viernes, 16 de abril de 2010

RETAZOS DE INTEMPERIE

                   El cuarto de hotel seguía con la puerta entreabierta, sólo que ahora no se oían murmullos ni risotadas. En el largo pasillo de pie junto a las escaleras permanecía Anabel, inquieta, con la sensación de que algo definitivo ocurriría. Había llegado un rato después que los amantes subieran a la habitación canturreando canciones de amor. Había oído los gruñidos animales del hombre que apenas traspasada la puerta derribo con violencia a la chica, y con ferocidad comenzó a arrancarle la ropa.
Había escuchado todo, y mientras aguardaba quién sabe qué, pensaba en los ojos temerosos de la chica intentando esquivar las embestidas feroces del hombre, en la larga encadenación de hechos que la habían arrastrado en una ciega deriva en este pasillo de hotel. No le preocupaba demasiado las consecuencias, sólo le interesaba la larga variable que su vida había esbozado en apenas siete días.

Los distintos valores que puede tener una variable, puede depender del valor que adquiera otra variable, dijo por lo bajo. Entonces tenemos una variable dependiente. Pero muchas veces pensó no basta conocer esta dependencia entre variables, sino que interesa saber cómo varía una de ellas con relación a la otra u las otras variables. También sabía que cuando iba a suceder algo concluyente, definitivo, se veía acosada por teorías que nunca serían probadas y sólo se admiraban por su belleza matemática que siempre es engañosa. Ahora la distraía pensar en los actos de locura, en esos arrebatos que contienen en su matriz todos los espantos, porqué no hay locura que no tenga su raíz en la maldad. Esa era la explicación que ese hombre que dormía exhausto sobre el cuerpo anoréxico de una adolescente, le había dado hace unos días atrás, cuando todo empezó.
Estaban en la fortaleza del doctor purgando sus almas. Habían decidido ingresar luego de prenderle fuego a un mendigo, una noche en que tomaron más de la cuenta. Ardió como pasto seco, dijo Anabel lanzando una carajada que retumbó en la sala de confesiones. El Doctor luego de oírla, le advirtió que al entrar a la fortaleza uno debía aceptar a rajatabla cada una de las reglas, y como primera medida decidió separarlos. Él fue confinado a la sección tareas dónde se reunió con un grupo de hombres a meditar sobre las diferentes posibilidades de regresión. Ella fue elegida como aspirante a sacerdotisa, por lo tanto tuvo que superar diferentes pruebas, la más compleja fue reanimar un siervo blanco después de una purga. Todo parecía resultarle fácil a Anabel, hasta que llegó la enfermedad. Vino silenciosamente, con la calma de lo real. No tuvo que ver con el dolor, ni con el desamparo, ni con las palabras que usamos para nombrar esas carencias que van minando el negocio diario de vivir.
Pintura: Luz de la mañama


lunes, 12 de abril de 2010

TODO SE LO LLEVÓ EL VIENTO

Se nos volaron los pájaros, los calendarios, la ropa tendida , el árbol que nos dio sombra. Se nos voló la cabeza, se cayeron los muros, las relaciones lluviosas, se hizo astillas la memoria, por esa ventanita por dónde espiabas las tormentas ya no se vio más el cielo y en tardes así, dónde no te tengo, y pongo la tetera en el fuego para preparar unos mates amargos, y así con la radio al lado, escuchando algún tango, espero que vuelvas, espero que se vaya este viento lunático que se lleva todo, en unos días, en unas semanas, en unos meses, se irá, vaya a saber, tal vez se vaya cuando cambie la luna y ahí sí, cuando se aquieten las cosas , volverás para que sigamos escribiendo o quizás no escribamos una sola línea y nos quedemos sentados hablando de los partidos, de las carreras, del marica con el que voy a jugar bowling los domingos.
  Como un tremendo derrumbe dicen que fue el choque, uno entre tantos, fue de madrugada en un frío y solitario cruce, siempre son en lugares así, me imagino la situación, vos, el Tanito y Gerard -¿ Así se llamaba el amigo de las indias ?- arrancaron con el tetra , el faso y alguna pastillita en plan explosivo, “ un torbellino contra los malos días “ “ un antídoto contra los malos polvos hubieses dicho,"  no me invitaron , ya sé que soy un careta que pasa de todo
 - ¡ já ¡ - , pero qué delirio parar el coche en medio de la carretera y acostarse a dormir con las puertas abiertas, ya sé vos y El Tanito son antiguos, duros como rocas, firmes ahí quedaron duros, pero vivos, los puedo imaginar muertos de risa quebrados por todos lados, los huesos hechos trizas, sangrando, pero muertos de risa.
 Aquí, desde que no estás, hasta la noche se ha vuelto triste, el viento sigue soplando, arrancando todo, hasta estas ganas de seguir escribiendo, seguro que los cerros van a quedar peladitos, te va a dar pena verlos así, sin piedritas, por ahí andará el ruego de Doña Blanca porqué su hijo no vuelven, el guatoncito se fue hace un mes con una tropilla de cabras para afuera, para el otro lado de la sierra y no ha vuelto, quizás se volvió pájaro el guatoncito, también te tengo que contar del humo, el humo que mirábamos desde abajo, la quemazón del alma, tiene olor ahora olor a alquitrán, a pulmones carbonizados, te acuerdas que antes olía a azúcar tostada y subía calmo por la alameda, tal vez ya no te acuerdes de nada.
Desde que te fuiste sólo supe del viento que se llevo todo,de a poco fue arrasando con todo, hasta con tus ganas de volver, amigo.

DESDE LA HUMEDAD

RETRATO DE UN DÍA JUNTO A RUBÉN ROGELIO ALMADA

Y en esta soledad otoñal dónde naufrago en la inmensidad de una cama sin otra esperanza que una botella de ginebra, cuando el Ribotril construye un laberinto flotante en torno de mis pensamientos, me acuerdo sin asco de Rubén Rogelio Almada, mi padrino de confirmación poética. Y sería la raja volver a encontrarnos en aquel séptimo círculo infernal dónde Pía sigue moviendo las caderas con un swing endiablado bajo una luz brumosa, y el viento agita el cartelito dónde surge apenas visible ese nombre, Molinito Azul, como una palabra que desde hace tiempo no se pronuncia. Y es triste, recordar todo esto, esta tarde, por qué ya no hay nada que sostenga la memoria, salvo este mix de pastillas y alcohol sulfurando rostros bajo una lluvia color sepia. Una lluvia dibujada prolijamente en una fotografía desde la que asoma grotesca la sombra de Almada.

De izquierda a derecha en la instantánea, se puede ver a Matías con el disco Grasa de las Capitales de Seru Giran, y esa sonrisa que puede irradiar alegría o tristeza según como sople el viento; a su lado Marcos, veintidós años, fumando con arrogancia un Parisiennes; tiene el pelo acaracolado, y unos ojeras que delatan todo. En el centro con una bufanda roja , regordete y apuesto, posa Gastón , en sus manos tiene un libro de algebras, y a su lado por último, but not the last, la sombra de Rubén Rogelio que denuncia una larga chaqueta abotonada, cuarenta horas de insomnio, y un vaso de vino en la mano. Lo fuerte, es verlos a todos con esa pose de los que desencantan prematuramente, de los que intuyen más temprano que tarde, que no hay chance de un buen final. Atrás el mar, un mar que presiente la eternidad de ese instante captado; y desbocado suelta una ola deslenguada sobre la arena caliente, ese veinte de diciembre de dos mil uno.
Almada tiene atrapada una mariposa en su mano derecha, la atrapó para mí junta al espigón. Una mariposa marina para vos, dijo y la abandonó en mis pechos. Asustada se la devolví, le dije que no la quería, me daba pena ver a esa flor alada agonizando entre mis pechos todavía castos. Entonces él la tomo entre sus gruesos dedos con manchas de nicotina, y se alejó recitando esa línea de Huidobro que dice: “Todo es hermoso como los colores que caen del cerebro de las mariposas”, y con una sonrisa guardó el insecto moribundo en los bolsillos de su chaqueta.
Pensándolo bien ahora, mientras a lluvia sigue cayendo sobre el sing de la casa de mis padres, la foto oculta más de lo que revela. Esos rostros visibles que miran distraídamente la cámara no son más que máscaras tras las cuales los verdaderos rostros avizoran con una mueca de desprecio el futuro que se les viene encima.
Es el último año de la secundaria, y todas las posibilidades de un mañana que se abren, pese a los buenos augurios de los profesores, son escasas.
M.G.Freites


sábado, 10 de abril de 2010

EL ULTIMO DÍA DE VERANO

1. Aquí es dónde las palabras mueven la cola, y se echan en un rincón. Desde ahí nos miran con ojos fractales, mientras nosotros perdemos el tiempo escribiendo, pensando, sin darnos cuenta que más allá de todo esfuerzo no hay posibilidad de buen final. Resulta monstruoso ver todo lo que nos rodea, mientras pensamos en el amor que resurge con nuevas fuerzas, en los chillidos de las chicas que desgarran el aire. Los corazones que has recortado son como coágulos pendiendo de un cordel a punto de cortarse, y esos arreglos florales no hacen otra cosa que recordarme la cercanía de la muerte.

Mis ojos evaden tus adefesios, se pierden en la carne, y entonces siento que el frío ha terminado por apoderarse de tus entrañas, pese a que aún es verano y el sol estalla sobre la calle.
Han ocurrido tantas cosas en estos días, y a la vez no ha sucedido nada, como es habitual, están las palabras, aquellas que han acompañado nuestros movimientos. Tratando de oír la música, pero es inútil, nos hemos convertido en habitantes de la nada, y así resulta curioso evocar los ruiditos que dejas el delirio, las luces que no dejan de girar, recordar como quién enciende un fósforo en medio de la noche, como quién retorna a su cuarto para recordar el momento exacto en que terminó la inocencia.

2.   Allá es dónde todo se alarga en interminables bastones de colores, y todos permanecen muy quietos observando las máquinas escupir monedas en forma constante. Ella a menudo nos imagina, mientras se retuerce y se desploma sobre el cuerpo de su marido, pero fácilmente olvida todo. Resulta vertiginoso vivir así, tan lejos de lo real, disparar al aire con armas de fogueo, desconectar el teléfono, echar un leño al fuego y abrir una botella de Vino tinto. Amarse sin palabras en camas infinitas. Hacerse caricias de consuelo cuando se dan cuenta del inminente derrumbe .Las almas que han sido cuidadosamente purificadas, se mantendrán por siempre vírgenes, aunque tus pensamientos lo enturbien todo. Ella llega del gym, se da otra ducha, la piel enrojecida por el sol de la playa, luego se desviste metódicamente y deja la ropa en la silla, como si se preparara para ir a la escuela. Él aguarda expectante porque sabe que es su obligación iniciar el coito, más aún cuando es el día de San Valentín, y ella responde con su entusiasmo pudoroso, mientras las sombras crecen sobre los cristales.

3. En medio los balnearios con sus chicas, sus medusas, sus mirones, la carne en permanente alza, las reservas y sus ejes curvos, la cotidiana disolución de la moneda , y esta sonrisa impostada después del acto sexual, en el momento todo se desnuda, y nos endurecemos hasta los huesos. Corbata de yeso para el gran galán. Los rostros se trasparentan, y la memoria deja de poseer sentido, después de todos los recuerdos sólo saben convalecer, cómplices de la máquina publicitaria que nos sigue ofreciendo cosas que jamás vamos a tener, al final toda evocación no es más que un inútil gesto lanzado al vacío.
Acaso así se van desmoronando nuestras vidas, mientras las chicas con sexos luminosos siguen bailando en la T.V, o es que sin notarlo hemos perdido el goce. Soñamos tanto y no sé en qué momento empezó a confundirnos lo ilusorio con lo real, pero ya son detalles, es el momento de sentarse y ver el desastre en todo su esplendor, mientras las parejas van al cine, al motel, al parque, y los solitarios van al baño, buscan refugio en cualquier casa de citas dónde se pueda alquilar unos minutos de ternura.
Es en este punto dónde todo se borra, y te acordás como eran las cosas, y de qué forma las estropeaste.
Debe ser extraño alargar la mano y encontrarse con palabras de un muerto, de quien alguna vez compartió un trago con vos, algunas palabras. La muerte es un lugar común. Tal vez llegó ese momento de decir adiós, apagar la luz para siempre, justo este día, y eso habrá sido la vida, Marcos, apenas un aroma, una palabra que se consigue escribir, un vago murmullo en el final del día.
M.G.Freites

PRESTIDIGITACIONES

“TAL VEZ NUNCA HE LLORADO”
 Emanuel Presti, al final accedió a hablar con nosotros. En esta entrevista se confiesa acerca de sus miedos, sus virtudes, y responde sin vuelta sobre todo lo que le preguntamos.
      Desde que empezamos a navegar por las aguas virtuales, tuvimos muchos deseos de hacerle una nota a Emanuel Presti, pero una serie de contratiempos la fueron postergando. Nos parecía un tipo interesante, polémico, con el que disentíamos en muchas cosas, pero que valorábamos, por hablar sin casette, por ser frontal, sincero, por disparar a quemarropa sus pensamientos. Además es sin dudas, una de las personalidades del ambiente universitario de los últimos diez años. Son míticas las anécdotas que se cuentan de Emanuel Presti. Uno las escucha, y sinceramente, siente nostalgia de esos tiempos, dónde él era quién surfeaba en la cresta de la ola. Tiempos dónde las fiestas parecían no tener fin, carnavales del alma, como dice el gran Rubén Rogelio Almada. Ahora todo eso parece ser apenas un deja vú de los buenos tiempos que se esfumaron, pero a medida que avanzamos en la conversación con Presti, nos damos cuenta que aún hay lugar para la partuzza y el jolgorio.
Un domingo a la tarde, nos dejamos caer, Matías y yo a El Pozo, ese bunker antinuclear dónde se guardan los mejores secretos, dónde desparrama su vida nuestro entrevistado, entre discos de Illya Kuryaky, Almendra, Jeff Buckley, posters de Borges y Spinetta, libros de poesía., y según dicen cientos de videos de la estrella porno, Jenna Jamenson.
El sol está cayendo sobre una de las ventanas. Los obreros afueran levantan con esfuerzo una pared, y un moscardón verde nos mira desde arriba del techo, recién pintado. Hace un tiempo, cuando el verano era joven aún el dedo índice señalaba el horizonte, el lugar dónde muchos creen que habitan las utopías. Ahora, cuando el verano agoniza, ese dedo ya no señala ningún punto, permanece quieto bajo el guante, como una garra que aguarda por su futura presa. “Ahora se acerca la temporada de caza- dice Emanuel Presti, mientras trac kea canciones en un radiograbador.- Empiezan las clases en la facultad, y hay una gran cantidad de chicas solas en busca de conocer el verdadero sentido de la vida. Salir, escapar, fugarse de ese círculo vicioso que es la familia es el fin. Imagínate a los dieciocho para una mina es asfixiante tener que dar explicaciones a los viejo cuando llega tarde. Entonces estudiar una carrera en la universidad es una válvula de escape. Te lo aseguro. Llegas a una ciudad que no es tuya, dónde nadie te conoce, dónde te sentís mirada, deseada. Eso es la libertad para una mujer. ¿Pero sabes algo? Para que sea real esa libertad tenés que ponerla en práctica, y una de los motores que la pone en marcha es el sexo. Entonces ahí tengo que estar yo. Considero que soy una especie de iniciador, un abre camino, alguien con quien las chicas buscan dar el primer paso. Alguien capaz de mostrarles el camino hacia la satisfacción. Hay mucha gente que se niega el derecho a ser feliz. Sobre todo por las enseñanzas familiares. Pensé que en San Luis está muy arraigado el cristianismo, eso descuida tu cuerpo, porqué pensás que sólo así tu alma será pura. La mayoría de las personas crecen en un mundo de prohibiciones. Por suerte mi infancia, mi adolescencia, estuvieron limpias de toda creencia.”

¿Cuándo te diste cuenta de que las cosas funcionaban de este modo?
Las mujeres me gustaron de chiquito. Yo no perdí el tiempo yendo a matar pajaritos, a saltar en bici, preferí quedarme haciéndole cosquillas a mi compañerita. Además no me hice la cabeza con ninguna mina. Supe que satisfacer el deseo es el fin. Sobre todo a los quince, dieciséis, una edad de inseguridad. Cuando no hay certezas no escribas sobre piedra. Además me atrae la fugacidad, lo efímero. La eternidad es un concepto espantoso.
En el fondo soy un tipo sensible, capaz de escuchar a una mujer.
¿Cómo pensás que van a ser las relaciones a futuro?
Más libres, eso seguro. Vamos a disfrutar más. Espero que nos quitemos ciertos tabúes que son muy dañinos, e impiden vivir una sexualidad plena. Hay mucho miedo, como siempre. Temor, hasta para tomar una decisión. Ojalá el día de mañana seamos seres satisfechos, viviendo nuestro erotismo, sin miedo al infierno, respetando al otro, y cuidándonos. Eso sí, tomando ciertos recaudos, como saber usar bien un forro.
Me da un poco de miedo que cierto fascismo que noto en el ambiente se amplifique.
¿Alguna vez tuviste que pelearla mucho para llevarte a la cama una mina?
Siempre es una batalla. Ella diciendo no, no, no; cuando en realidad quiere decir sí. Igual me resulta divertido tener que lucharla. Cuando todo sale fácil, no tiene sentido. Con las chicas de psicología me ha pasado algo extraño, sabes. Algunas son muy rápidas, no alcanzas a pestañear y las tenés en la cama , desnudas, fumando un porro , y hablando del verdadero sentido de la vida. Hablando de la destrucción fenomenológica, de la posibilidad de abordar las cosas del pensar, ya sabes, ese rollo. Por otro lado, me he cruzado con minas que no aflojan. No hay forma de entrarles. Además viven haciendo juicios, juzgando cada una de tus cosas. Sí te sacas los anteojos para hablar, significa que tenés baja la autoestima; si te los ponés, no sé qué, viste ese mambo, que te deja marcando ocupando. Les tenés que ganar por cansancio, si es que sos perseverante. Pero a la primera conversación ya tenés en claro tu futuro, es primordial el primer acercamiento, es el que te va a decir cómo van a ir las cosas.
¿Cuándo ingresaste a Lengua y Literatura, hubo rock and roll?
Para nada. Me sorprendió. Pensé que iba a ser todo descontrol. Uno se imagina, lengua, todas minas reventadas, artistas, hippie chic, esa onda; pero nada que ver toda gente normal, con familia, cero locura. Estarían orgullosos los padres salesianos con los chicos de Lengua, todos obedientes, bien peinados. Muy buenos chicos.
¿Sentiste miedo alguna vez?
Si, la primera vez que peleé en el primario, con un chico de 13 años. Yo tenía 10, le pegó a mi hermano y no me importó nada, le pegué. Después me tiro al suelo y entonces llegó gente, mucha gente. Puedo recordar la sangre corriendo por el piso, bajo el sol. Los ojos del otro pibe, asustado, temeroso, lleno de dolor. La sensación que me iba a reventar al principio, era indescriptible. Pero al final terminé pegándole unas buenas piñas.
Al miedo creo que lo siento cada vez que enfrento algún problema, el miedo siempre está presente. Pero los años te enseñan a combatirlo. De todas maneras no saber enfrentar tus problemas genera temor, es un signo de debilidad. Un hombre debe ser fuerte, guardar las lágrimas para llorar a un ser querido, no andar dando pena.
Yo no recuerdo, la última vez que lloré. Tal vez nunca he llorado.
¿Qué sentís cuando tenés el dedo en el gatillo?
Cuando disparo generalmente nada, simplemente es una sensación de poder, creo que las armas te dan esa sensación. Pones el dedo en el gatillo, apuntas, y surge esa adrenalina. En mi vida siempre han estado presentes las armas. No les tengo miedo.
¿Tendrías miedo de asesinar a alguien?
Realmente no, si tengo un motivo creo que no me temblaría la mano. Aunque algunos piensen que no hay que matar, hay gente en el mundo que no tendría que estar viviendo, ahí tenés el caso de Menem, es un ejemplo claro, ese tipo merece la muerte y una tortura indescriptible.
Además mi vida es importante, yo no la voy a regalar como si se tratara de basura. Sí alguien me amenaza, o pone en peligro a alguien de la familia, no dudaría en matarlo. Hay mucha gente que dice, que no haría nada, que dejaría que el asesino masacre a los suyos, pero llegado el momento, nadie duda. Sólo que te guste ir de mártir por la vida.
¿Hay algo mejor que el sexo?
Lo único que creo que sería más lindo que el sexo, y eso es mucho , es por ejemplo subir el Aconcagua. Otra cosa no creo, por lo menos para mí.
¿ Qué son las mujeres para vos?
Son lo más lindo que hay en el mundo, son la perfección que camina, los seres más sensibles, dulces y bellos que existen en este mundo, algo con lo que yo no podría vivir si no están. Yo no puedo entender esos tipos que están meses y meses, sin una mujer, para un tipo como yo, sería insoportable.


EL ATLETA, EL BAILARÍN, EL HOMBRE SENSIBLE


Entre las muchas facetas que Emanuel Presti tiene, la de atleta, es una de las más conocidas. Participo en varias maratones, siempre finalizando en los primeros lugares. Diariamente se entrena, en el gimnasio de su casa. Muchas chicas acuden en su búsqueda, para ponerse a punto físicamente, o simplemente para verse mejor. “Cuando llega la primavera, las mujeres se desesperan, me empiezan a mandar mensajes al celular, quieren verse lindas, más lindas aún, y saben que yo soy el tipo indicado para ayudarlas a llegar a su meta. En el deporte hay muchos charlatanes, tipos que no le tiene respeto al deporte.”
Con el deporte no se agotan, las diferentes disciplinas en que se destaca Presti, ya que es un eximio bailarín de tango, con varias milongas encima. Nos dice que el hecho de bailar tango está íntimamente ligado con su personalidad, debido a que en el fondo es un tipo sensible, que le pide deseos a las estrellas, sobre todo a aquellas que son fugaces. Dice que si fuera otra persona le gustaría ser amigo de Emanuel Presti.
La noche se está abriendo en torno a El Pozo. Desde algún lugar se escucha el grito desesperado de un locutor, que canta hasta la afonía un gol de River Plate. Emanuel, nos cuenta, como si se tratara de una confesión que es hincha de los millonarios. Otro placer culpable, son los copito de arroz por los cual tiene una verdadera devoción.
¿Qué es la felicidad?
Concretar todos tus sueños. Llegar a un punto en tu vida en que no envidias a nadie. Poder bailar, que es una forma de soñar despierto.
¿Existe algo parecido a la esperanza?
Si, de lo contrario no podríamos vivir en la mierda que vivimos. Cuando la oscuridad es total, todo hombre se obliga a ver un hilo de luz, de lo contrario se muere.
¿Qué es lo que menos te gusta de vos?
Me cuesta relacionarme con la gente, me cuesta formar vínculos con los demás. Soy muy cerrado, tal vez a eso se deba a que soy una persona frontal. Yo no soy gris, soy blanco o negro. Acordate que mi familia es de origen siciliano. Nosotros jamás amenazamos, actuamos, y cuando lo hacemos considérate aplastado como un gusano. Somos infalibles.
¿A quién extrañas mucho?
A mi perro de la infancia, se llamaba Atila, y lo criamos con mi hermano desde los 7 años. Estuvo con nosotros casi 17 años, lo queríamos mucho. Los perros me encantan, son tan fieles. Las personas pocas veces los son.
¿Finales tristes o finales felices?
En mi vida felices, por supuesto. En las demás cosas, ni triste ni feliz, sorprendente. Aunque tengo un amigo que dice que sólo la felicidad puede ser sorprendente en un país como Argentina.
¿Besos o abrazos?
¡Los dos...! Primero abrazos, y después besos. Así se empieza, después todo termina en la cama, me entienden.
¿Sos una persona alegre?
Si. ¡Me divierto con la gente mucho! Aunque últimamente la gente se comporte de una manera tan extraña. Todo el mundo anda tan apurado. Hasta te desconocen los conocidos.


miércoles, 7 de abril de 2010

LA INDÓMITA ETERNIDAD

Allá en el fondo está la muerte,
en el fondo del cielo, oculta,
desnuda entre los encinos
que se niegan a darle cobijo,
que se agitan verdes de espanto.


Allá está la muerte contigo
como si e nbrazos te tuviera,
como si su jadeo blanco
llegará hasta tu cintura.
De la puerta a la ventana
hay una eternidad,
cuando la muerte es vista
tras las cosas que te cercan,
cuando les hablas con silencio,
sin cumplirle sus deseos.
Aporrea tus palabras,
deja que se vuelen en pedazos,
nada será encontrado al amanecer
cuando las aguas empiecen a trepar,
estos muros que han alzado
sin saber que la muerte
está allá en el fondo,
en el fondo de este cielo.


¿Siempre se ha de ver así?
Apenas un punto en la inmensidad.
¿Nunca unos ojos se han de abrir,
para ver lo que arroja este mar?
La luna brota de la tierra
y esconde en sus senos
un escualo, un guijarro.
El cielo se pierde con tu querer
y no advierte
la muerte que puebla su transparencia.
Sobre el camino corre la sombra
que el jinete abandona
cuando la noche naufraga
al fin libre de las mareas.


Cuando las luces se apaguen
y todo esto se vacié
de gritos,
sobre los despojos de una vida
hecha trizas,
sabrás que la muerte
sigue allí
en el fondo del cielo,
mientras los dueños del mundo,
ciegos de avaricia
muestran la gran cruz
buscando convencernos
que no es verdad,
que esta vida
nos pertenece,
aunque la muerte
siga allí,
en el fondo de este cielo,
queriendo imitar
la indómita eternidad.

M.G.Freites