viernes, 21 de mayo de 2010

EL ÚLTIMO COMPÁS

                          Para Emanuel.
Por la madrugada
cuando la ciudad
se mofa del trabajador,
Emanuel sin pudor

mueve con un anzuelo 
en el sucio charco
las aguas que el camión meció.

Espera que las luces
se ahoguen en el mar
y una pena en su corazón
lo devuelva a la orilla
dónde sus bolsillos
llenos de arena
son un reloj sin tiempo.
Está cerca de casa
y lleva una pistola
dispuesta a disparar,
sus manos nunca temblarán
el final del recorrido
es tan blanco como un papel,
y se ha perdido la que tanto amó,
se escapó con el humo
en la madrugada,
ahora sólo falta
que las máquinas
cuenten hasta tres,
y llueva sin cesar
en algún lugar,
mientras Emanuel
toma el último trago,
y se ríe de los que aguardan
la llegada de esa luz
que nos consumirá.



Abandono la pista, para atravesar el hielo
para empezar a ir por la gran carretera
está atrapado aquí en la tierra,
donde el frío fuego quema
y el licor sabe bien
y todas las mujeres
se aprestan a enterrar
el cádaver del difunto,
allí va él,  mi amigo,
al fin se va. 




1 comentario:

  1. bueno, es un gusto la dedictoria, muchas gracias Marco sos un groso.

    DEDO

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