domingo, 28 de febrero de 2010

GUITARRA NEGRA


Luis Alberto Spinetta en 1977, editó un libro de poesía titulado "Guitarra Negra ", que comenzaba con esta advertencia: "Como nadie tiene conciencia del "control" de los manuscritos, y aun de existir dicha conciencia, ésta no intervendria en mi obra, sino como referencia simbólica a la licitud de la temática, propongo que se olvide cada palabra a medida que ella se lea."
De esta obra que es inconseguible elegimos dos poemas. También recomendamos leer "Crónicas e Iluminaciones" de Eduardo Berti, uno de los periodista de rock más lucidos de los últimos tiempos.

LOS LOCOS

Los locos corren
por el pasto sin gritos
por la pradera venenosa
y por la piel, entre la luna.
Y los locos giran
sin temor al mareo.
De la casa al árbol,
de la ayuda al horror.
Cuando uno de los locos hable,
los cuerdos, retozando en la penumbra,
oirán el ruido
y verán las verdades.
Los locos que parecen aprisionados
por la muerte selecta del escándalo
tienen pechos rugosos
y bordeados de lumbre.
Y los locos lo saben.
Desde su atónito lenguaje,
por intersticios de meninges espectaculares,
los locos se precipitan
a paralizar el mundo de la muerte.
Aunque más no sea,
para sentarse a llorar.
No hay soles en sus días
Y en sus noches
sobreviven los colores de un ojo que no los ha deseado.
Por eso,
y porque la ventosa de fuego
rebalsa de temor
ante la fantasía de los sanos;
el obturador de los locos está presto
como una lanza.

Y al perforarnos de una vez
con una certera puntada entre la vida y el cielo...
LA MUJER

Una mujer
desde otra tarde,
salpicada por un profundo espejo.
Tirada en el abismo
con sus menstruos carmín
depositados en el limo natural
con la precisión de besos.
Una damisela realmente celeste.
Vestidos de espuma dilatados,
corsés rosa,
adornos y teñidos.
Una mujer con collares
con ojos manuscritos
con pezones labiales y suaves
con sombreros de pétalos tan claros.
Una mujer dada a su propio mundo,
mundo que la deglute
y que te da los rayos.
Le da canastos con frutas e hijos,
miembros que la deshacen
y la vuelven a hacer nacer.

Barriletes en azoteas,
ligustros blancos.
Una mujer transportada es un misterio.
Donde rozan sus pies dialogan flores
y aparecen sangres.





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