viernes, 26 de febrero de 2010

NO MIRES ATRÁS

                                                                                                   Para Matías
             La tristeza fluyó como ácido de tus ojos cuando dejaste atrás Las Lajas. “Me ciega la malicia”, dijiste mientras conducías sin mirar el camino. Las luces a un costado temblaban emitiendo ráfagas de chillidos. En tus pensamientos había silencio, palabras y quizás cierto recuerdo oculto de la chica en un coágulo de humillación y dolor. Indistinguible casi la memoria ahora que conducías a toda velocidad en medio de la nada. Griterío de choroyes en busca de trigales, repetís en voz baja recordando los versos de Teillier. Una vez que cruzas la línea no mires atrás, eso lo dijo Almada la noche anterior en el bar junto al aserradero. De eso se trata seguirá delante sin pensar, pero no podés evitar la imagen del rostro de al chica bajo el sol .Entonces tea corridas que de madrugada fuiste con Almada al granero a buscar la escopeta.

Mierda y mierda y más mierda. Toneladas de mierda cayendo en todas parte. Imposible apartar los recuerdos de esta manera. Buscas fingir una sonrisa cuando solo ves polvo en el espejo retrovisor y entonces eso que se llama dolor se torna más bien un vomito agrio, espeso. Sentís una tristeza que te atraviesa del mismo que la chica con cuchillos afilados desgarra el conejo de felpa en busca de “ese” dinero. No conseguís separar lo real de lo imaginario, y te ves en la casa de la chica con un trago, fumando, pensando en caer colocado, deshecho, estrellarte contra ese montón de tetas. Ella impulsada vaya a saber por qué- para vos es un interrogante lo que mueve a una mujer a dejarse penetrar- separó sus largas piernas y dejó ver su sexo, rosado, pequeño, estrecho, mientras buscaba en la cartera un pañuelo desechable. Cerraste los ojos y sentiste algo así como si el mar te cubriera, entonces apretaste con rudeza su delgado cuello. Los ojos de la chica comenzaron a apagarse. Ya no podrás devolverme la noche quebrada, le decís y salís a la calle a tomar un poco de viento.
Dios lo ve todo. Con sus ojos rayos X atraviesan hasta los gruesos muros de los bunker antinucleares. Mamá y Papá desde niño sembraron en vos el evangelio. Te acordás de un camping en la secundaria cuando te masturbaste en grupo con tus compañeros. Una larga y deliciosa acabada en manos del Reynoso. ¿Alguien puede decirme dónde se fueron aquellos buenos tiempos ?
Los besitos húmedos de Maite , las caricias oscuras de Vicky. Ahora las cosas se deshacen , se desintegran , y uno ni se da cuenta de que la vida se va, más aún con este calor que no da respiro.
Los días parecen ataúdes cuando estás solo. Te detenés en una estación de servicio. Miras a la chica del Audi rojo. Tiene capas y capas de maquillaje en su cara , y ese vestido fucsia la hace ver tan..tan… Ella te mira con temor, estoy seguro que teme que saques la escopeta y la asaltes. Sabes bien q1e desde hace un tiempo no estás limpio. Es tan hundido en el fango como yo. No hace falta que ocultes el verdugo que llevas adentro. La chica se aleja sin mirarte y deseas que su auto colisione de frente con un camión.
Pedís una cerveza y un paquete de cigarrillos. Miras tus manos transpiradas, pegajosas, el billete arrugado de veinte pesos, tenis asco y lo dejas en la mesa. Luego apoyas sobre él, el chopp de cerveza, y te quedas clavado frente al televisor. Ella está enojada. Le pedirías al camarero que suba el volumen, pero algo te dice que no es una gran idea. A veces es mejor poner mute, dejar que los días vayan cubriendo de despojos lo indómito, lo que no se puede controlar. Es aquí dónde podés intentar lo imposible mientras la lluvia se arroja con violencia sobre los campos, y hurtarle a la chica de una mirada esos ojos que se abren como candiles. Arrancárselos en un rapto de demencia y condenarla a vivir en la ceguera lo que queda del verano.
Afuera sopla el viento de los locos, aún penden de los árboles gotitas de lluvia, y vos con el cerebro lleno de agujeros encendés un cigarrillo, y te ves en San Luis otra vez, parando frente al público contándoles de la chica que te comiste, de los artilugios que utilizaste para conquistarla, de lo fascinante que fueron las vacaciones, de la mierda que es estar otra vez en casa con el verano vivo aún, y te acordáis de Marcos que te escribe en clave Morse de linyeras que leen en un e-book a T.S.Eliot, de putas que se empeñan a emprender una prematura retirada, de gente que se encuentra en el chat , y luego se reúne para tener sexo.


Apagas el cigarrillo en el suelo húmedo y volvés a la mesa dónde te espera la cerveza a medio tomar. Flota en el vaso el recuerdo de la chica, sus venas azules, ese cuerpo delgado que se alarga asfixiado, las drogas que consume para mantenerse tan delgada, los fetos que dejo correr al soltar la cadena, y como piedra te dejas caer con los ojos turbios, confiando en que el sueño ponga paños fríos a este ardor de vivir en una permanente intemperie.

                                   


M.G.Freites

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