martes, 14 de diciembre de 2010

EL NAUFRAGIO DE TODAS ESTAS GANAS

Versión de Patchu del Lucero

Tus ojos son globos que se desinflan al final de la fiesta. Me pregunto dónde estaban cuando las luces aún alumbraban el suelo. He pasado demasiado tiempo sin prestar atención a lo que flotaba a mí alrededor. Por un momento creí estar solo, pero ahora son tus ojos los que acompañan temerosos, mi desidia.
Al principio no supe que decir, pensé en salir por la puerta de emergencia, luego dejé caer mi voz sobre tus botas, arrojé mi sombra sobre tus rodillas y solté mi mente en el vacío.
Te parecí interesar, eso lo intuí cuando te sentaste en mi mesa, y dejaste que llenara tu vaso, pero tres tragos después, poco importa.
Me engañó cierta forma de mirar, pero ahora sé de qué vas, vi las cartas con que armabas tu escalera y tengo ganas de dar un paso atrás.
Me hablaste de tus gustos, de tus primas que acaban de dar a luz dos hermosas niñas. Fingí prestarte atención, pero no dejé de pensar en lo bien que luciría tu cuerpo desnudo en mi cama. Como decirte, como hacerte entender que no me interesa el feng shui, las flores de Bach, que paso de los veganos, que no alcanzo a distinguir tu dignidad, que solo veo tu estupidez, que más allá de la superficie no me interesa nada porqué no hay nada.
La conversación continuará hasta que te decidas.
Mientras tanto seguiré escuchándote, pese a que tus palabras ya empiezan a hacer ruido en mi cabeza. Sabes, simularé asombrarme, hasta adularé las palabras que usas para hablar de literatura, y tal vez el dolor, eso que llamás dolor, no sea más que una leve penumbra, unas cuantas sombras estorbando en una amplio ventanal. No dudaré en reír entre dientes, cuando me digas que te agrado, que la pasas bien abrazando esta helada máscara que construí para tu diversión, como simpático preludio antes de abrir tus piernas, de pellizcar tus pezones, cubrir de saliva tu ombligo, como sencilla entretención antes de hacerte saltar la virginidad en pedazos.
Me hablás de tu ex novio que se quema tras un Everest de papeles, con el que fuiste de vacaciones a Gesell. Casi al pasar, decís que extrañas los paseos en bote, las excursiones al monte, y yo solo atino a escucharte, mientras pienso en las cuentas por pagar, en las manos sangrientas de las enfermeras practicando un aborto, en los excrementos que se mueven por las cañerías hasta llegar al río.
El reloj corre perezoso, afuera la lluvia sigue cayendo, y parece que esta charla no va a seguir en la cama, y en honor a la verdad, no me seduce la idea de acompañarte a tomar el colectivo, y hurtarte un mísero beso, ya estoy duro para carbonadas light. Me he cansado de soplar besos falsos en espejos deshabitados.
Tus ojos son faros que se apagan tras una niebla perpetua. Restos de un barco fantasma que empieza a hacer agua por todos lados. Ya no hay tiempo para ir a comerciales, he abierto la boca y como respuesta he recibido tu furia. Ya no hay ojos para mí, es tu espalda la que señala mi derrota. Otra vez te engañás, dejas escapar la oportunidad, y te quedas encerrada en tu cascarón, acariciando crucifijos frígidos.
No debes llorar, ya encontrarás alguien que te mienta mejor, que sepa acariciarte el oído, y puedas meterle los dedos en la boca; y en cuanto a mí, ya sabes, seré siempre el forastero que se acercó en medio de la fiesta, y te contó una fábula para llevarte a la cama, para arrancarte el peso de la castidad.
Mi cariño será el perro bastardo que devora a la intemperie las vísceras de tu súbito afecto, la bestia que acecha tras los despojos que dejó tu ardor repentino.
Ahora el vigor de las píldoras para caballos se disuelve en la taza de café frío, se mancó mi aventura, y solo frente al espejo busco el rostro que perdí, repitiendo palabras extrañas, enredándome en alucinaciones, rascando mis testículos hasta ponerlos rojos, lejos de tus estúpidas reflexiones, de tus citas llenas de moralina, lamento no tenerte aquí con las patitas al hombros, mientras unos hombres de uniforme verde nos alumbran con linternas.


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