JIMENA
PASCUTTI TRATA DE
RECONTRUÍR EN PEQUEÑOS FRAGMENTOS SU DÉCADA, MARCADA POR LOS BRILLOS HUÍDIZOS
DEL ÉXITO, LAS SOMBRAS DE LA
DEPRESIÓN , LA
ANGUSTIA Y LA
PARANOIA.
Diferentes
maneras de comenzar unas notas. Demasiado extensas, supongo, para un blog.
Podría haber comenzado diciendo que estoy sola esta tarde gris, y solo
pienso en él. Entonces el lector modelo automáticamente dejaría de leer estos
apuntes hechos a un costado de los sucesos importantes de mi historia. El punto
es que busco un libro, y entre las páginas no encuentro otra cosa que tu
rostro, y eso me parece una mierda. Así que debería empezar esto, contando que
acabo de masturbarme en el sillón que heredé de mi abuela. Me estimulé
por inercia, por costumbre, para matar el tiempo, mientras escuchaba a Charles
Mingus. Son casi las tres de las tarde, y con la excusa de tener noticias de su
hermano que está de viaje por las islas griegas, me preparo para ir a ver a
Margot. Fuimos compañeras hace una punta de años en la secundaria, y hace casi
diez años que no nos vemos. Entonces, por primera vez en mucho tiempo, miro
hacia atrás, y descubro cosas, fragmentos, que la memoria ha ido obstruyendo,
modificando. Residuos de lo vivido.
I
Desde que
decidí no pisar más la facultad, no he podido dormir del todo bien, en medio de
todo esto, hice la mudanza a otro barrio, vendí la mitad de mis cosas, conservé
apenas unos cuantos libros, unos CD grabados del Gato Barbieri que no tengo
donde escuchar, y en medio de todo lo que sucedió, como te contaba quise
escribir unas notas, unos apuntes, casi al paso, en el momento justo en que la
tormenta amainaba, y me aprestaba a recuperar la sonrisa, en una época de
flashazos, lo que haces hoy existe solo hoy, es como que lo bueno no tiene una
gran onda expansiva, en cambio lo que cuesta esfuerzo, lo que hace daño, es una
estrella remota, tal vez ya extinta, que se empeña en emitir su luz sobre el
presente, desencadenando huracanes, pensaba todo esto, mientras esbozaba estas
notas, y miraba hacia atrás, estoy por cumplir 27, diez años desde que dejé la
secundaria, en todo ese tiempo crecí de golpe, o tal vez crecí de a pedazos,
abandoné la facultad , la volví a retomar, tuve un novio con el que casi me voy
a España, tomé algunas drogas, me enredé en varias cosas ilegales y logré salir
airosa, y todavía me preguntó cuáles son las fuerzas demenciales que arrebatan
a una chica simple y la vuelven compleja.
Mañana es
mucho menos atractivo que ayer. Por alguna razón, el pasado no irradia la
inmensa monotonía del futuro. Debido a su profusión el futuro es propaganda.
Joseph Brodsky
II
Anoche sucedió
otra vez, él entró descalzo a mi habitación y se sentó sobre mi cama. Sus ojos
estaban fríos, y su voz era débil. Un susurro que parecía venir desde el
principio de los tiempos. Me quedé en silencio escuchándolo, dejándome llevar
por su voz. Me proponía una salida, una vía de evacuación, una chance antes que
se abra la caja de pandora. Ambos sabemos, que la reacción irrumpirá en
cualquier momento, arrasando con todo. Los católicos son implacables, no dudan
en ejecutar con crueldad su sentencia. Hace mucho tiempo que aguardó por ellos,
tal vez sostenida por una vana esperanza, me figuró en las noches que
tengo la valentía de enfrentarlos. Él extiendió las manos en torno a mi cuerpo,
y me suplicó que mantenga la calma, aún queda tiempo.
III
Aparecieron en
el momento en que la tarde agonizaba, traían en sus brazos algo así, como la
sombra de una mujer. El más alto de los tres, trató de forzar la cerradura de
la puerta. Tal vez haya alguien atrapado entre los escombros, dijo. Entonces
los otros dos, tomaron unos hierros oxidados y comenzaron a empujar la puerta
hacia adentro. Estamos violentando lo imposible, dijo el pelirrojo, y me echó
una mirada. Esa niña será testigo de algo grande, advirtió el tercero, y me
pidió que me acercara hacia donde estaban ellos. Con temor avancé entre el
angosto sendero, cercado por retazos de hierro fundido hasta que el pelirrojo
me ordenó que me detuviera. Ahí está bien, quédate junto a las columnas. En ese
momento la puerta cedió, en medio de un estrépito de polvo, permitiendo ver el
cuerpo desnudo de una mujer joven. El cuerpo estaba tendido de espaldas en el
suelo con las piernas abiertas, que mostraban un vello púbico cuidadosamente
depilado. El más alto de los tres, apartó el cabello de la cara, dejando entrever
un rostro lívido, que parecía haber asistido a su muerte con calma. A esto
llevan las drogas, dijo el pelirrojo y se agachó para observar los pechos
exangües que parecían mostrar unos ligeros signos de violencia. Ya has visto
demasiado, niña, dijo el tercero y me hizo una seña que me alejara, luego le
pidió a los otros dos que trajeran algo para cubrir el cadáver.
Cuando me alejaba del lugar con la imagen vívida de los ojos de esa mujer que
parecían mirar un punto lejano en el cielo, que solo ella podía ver, se
escucharon las sirenas de los móviles policiales.
IV
La maleta
abierta, llena de ropa, sobre una cama destendida puede funcionar como un
símbolo de la transitoriedad, de lo efímero, pero no solo eso, también permite
pensar en la deriva del vagabundo, en la vida errante de un fugitivo de la
quietud que se apresta a partir. Eso habrá pensado J.J.Reynoso cuando a fines
de los noventa llevaba a los café nocturnos la misma maleta desvencijada que
ilustra la portada de su libro de poesías, Amanecer del solitario. Una maleta
de cuero marrón que se menciona en los versos del primer poema, y luego
reaparece a lo largo de la obra, situada en los lugares menos pensado. Una
maleta que se abre al final de la calle para dejar escapar cientos de pajaritos
de papel. Una maleta que se cierra a los pies del desocupado que vuelve a casa.
Como un signo de la belleza perdida, una maleta similar a medio abrir, vi
por aquellos días en un local de ropa usada que durante más de un año
permaneció cerrado con un cartelito que rezaba: “ Cerrado por vacaciones”.
V
Nunca me excitó
la desnudez fácil. Siempre necesité un manto de sombras en torno a los cuerpos.
Desde que el exhibicionismo se apoderó de los medios ya nada parece
quedar por descubrir. Tal vez lo único que quede por explorar sea cierta
belleza esquiva, mezquina, huraña, que le escapa a lo previsible, que se niega
a ser revelada, transformándose todo el tiempo sin poder ser aprehendida.
VI
Él es hermoso.
Desde que volvió de España, vive en las afueras de la ciudad con una felatriz,
de esas que fueron sensación en la web a principios de la década. Él no me
conoce. Yo lo observó cada mañana a una prudente distancia pasar sin que note
mi presencia. Seguramente trabaja en una de las oficinas superiores, donde se
toman las decisiones definitivas. Desde que lo vi en una fiesta de la empresa,
no he dejado de observarlo. He tratado para preservar la magia, no averiguar
demasiado sobre él. Solo me he limitado a contemplarlo, a hurtar con mis ojos
su belleza. Esta mañana subió de la mano con ella. Vista de cerca ella es aún
más hermosa que él. No puedo dejar de mirarla y al mismo tiempo odiarla.
VII
Una noche a
principio de los dos mil, veo a Belén Fanton tomando un cortado en la calle. Le
pido que me acompañe a elegir un libro en una librería que acaban de abrir.
Luego de muchas vacilaciones, decidimos comprar un disco:Dummy de
Portishead. La invitó a casa a tomar unos gin tonic. No dejamos de escuchar “Sour
time” y “Glory box”.Nos besamos sobre el sillón mullido. Su saliva tiene
sabor a chicle de uva, le digo. Luego salimos a caminar por la ciudad,
casi desolada y acabamos en un teatrucho donde una tipa con ínfulas de actriz
canta casi en bolas “Like a virgin”, mientras el reducido
público fuma. Después aparecen un par de enanos con el pecho velludo, hacen
unas cuantas piruetas y antes que las luces se enciendan del todo sacan
unos penes erectos y deformes, se los acarician mutuamente y lanzan a dúo
chorros de orina hacia nosotros.
VIII
Durante el
último año de la secundaria, conocí a un chico que venía del campo. Teníamos
casi la misma edad pero al mirar sus ojos fríos, nebulosos, como si
constantemente fueran acosados por una constante garúa nadie hubiese dudado en
señalar la intensidad con que había vivido. Pero no eran sus ojos de lo que
quería escribir, sino de sus cicatrices. Decenas de cicatrices que atravesaban
transversalmente su cuerpo. Ni siquiera aquella vez que accedió a acompañarme
al río, y nadamos desnudos junto a la toma, tuve el coraje de preguntarle
acerca del origen de sus cicatrices.
Algunas veces,
cuando lidiamos con el acoso de la belleza ajena es mejor quedarse con nuestras
conjeturas antes que toparse con la torpe verdad del otro.
IX
Mirar y callar.
Pretender ser como ellos. Hundirse en lo más oscuro de la noche, con los ojos
abiertos. Estirar las manos hacia donde ellos, los chicos dorados, danzan
poseídos por el trip-hop. Ahí arriba de esa tarima improvisada hay una raza de
hombres superiores con una belleza prepotente, demoledora, compuesta por
músculos deliciosamente torneados. Bastaría un solo roce para excitarse y
cumplirle sin pudor a cada uno de ellas todas sus fantasías. Pienso en cómo se
verían esos hombres en celo sobre mi cama de adolescente, en cómo
se sentirán sus caricias, sus embestidas, cómo será el gesto de sus ojos al
encontrarse con mi pequeña desnudez.
X
Querer que
retornen los amigos con el mismo rostro que se fueron. Que vuelvan otra vez a
la casa abandonada, para hacer una fiesta alocada como aquel verano del 2001
cuando empezamos quinto año de la secundaria. Hasta Margot, la más
cartucha del grupo terminó bailando desnuda sobre la arena con un pedo como
para cuatro. Sí pudiéramos juntarnos todos, y hacer una buena fiesta,
saldríamos eyectados de este presente. Vendría el tanito con su escopeta
mágica, disparándole al aire, detrás de él, infaltable, Patricio en su rol de
traductor de un idioma intraducible. También se aparecería Mariana, con un
vodka bajo el brazo, Yanina con un buen pedazo y por supuesto, después de mil
negativas, Margot para proveernos unos forros si pinta el descontrol. Sería la
grande. Imaginate que lejos queda todo, que mientras escribo estas notas al
margen de la historia, me avisa que la casa ha sido demolida, que Margot acaba
de ser mamá, por tercera vez, que Patricio ha preguntado por mí, que el tanito
me buscó por facebook…
XI
Ellos protegidos
por la noche, llegarán provisto con armas filosas, y con saña las blandirán en
la fragilidad de mi carne. En ese momento, él, mi Judas personal, me
invitará a cerrar los ojos con suavidad. Concéntrate en tu respiración,
aspira cinco veces, niña, profundamente, relajándote, inspirando por la nariz y
exhalando por la boca. Seguiré sus instrucciones y con cada exhalación,
expulsaré los dolores, la tensión acumulada en el cuerpo. A través de los
vidrios mojados por la lluvia veré el mundo cambiado. Al mirarlo poblado de
sangre todo en él será mío.
Sucedió más
de una vez, sucederá muchas veces…
Yaa.
ResponderEliminarJ.A.
Nada tan necio como predicar sobre la necedad de los necios y esperar que los necios entiendan.
ResponderEliminarGeneralmente quien rechaza un elogio es porque está buscando , por lo menos, dos.
ResponderEliminarAdriana H.
Me gusto mucho, me parece que lentamente la capacidad de utilizar el discurso facil y sin sentido ha hecho ver la necedad de muchos y la poca apertura mental de otros, de imponer ideas en vez de respetar a los demas, de pisar al otro a fuerza de imposición, en lugar de escucharlo, los jovenes refuerzan una sola ideología y no leen ni respetan otras, no se los puede tomar como formadores de opinión, para mi esta mujer pide mucho a gente que aun no esta lo sufientemente formada, pero hay que rescatar que se esta hablando de diversos temas lentamente, se ven los problemas, se los discute y se esta haciendo autocritica de muchas cosas, no como la pobre y lastimosa generación de los ´90, que lamentablemente yo me incluyo y que parece que tienen en el cerebro solo aire...
ResponderEliminarCatulo
A veces no es tan simple todo Catulo, la mayor de las veces el enemigo es uno mismo, solo que nadie tiene la sinceridad suficiente para decirtelo. No te conozco pero me parece que esto merece un replanteo mucho más profundo, preguntarnos si aun el disfraz que usamos nos queda,además la formación es relativa, claro que vos te cruzas con tipos que juran ser poetas y no han pasado de leer libros de autoayuda, libros católico, y escriben versitos que no dicen nada nuevo, que repiten formulas manoseadas, y con toda prepotencia escriben curriculum infinitos en tercera persona. Es muy triste. Tal vez uno necesite cambiar constantemente, pero este cambio no es una abdicación sino una forma de estar atento.
ResponderEliminarAbrazos.
Juliana Esp.