miércoles, 8 de diciembre de 2010

NUESTROS AÑOS SALVAJES



JIMENA PASCUTTI TRATA DE RECONTRUÍR EN PEQUEÑOS FRAGMENTOS SU DÉCADA, MARCADA POR LOS BRILLOS HUÍDIZOS DEL ÉXITO, LAS SOMBRAS DE LA DEPRESIÓN, LA ANGUSTIA Y LA PARANOIA.
Diferentes maneras de comenzar unas notas. Demasiado extensas, supongo, para un blog. Podría haber comenzado diciendo  que estoy sola esta tarde gris, y solo pienso en él. Entonces el lector modelo automáticamente dejaría de leer estos apuntes hechos a un costado de los sucesos importantes de mi historia. El punto es que busco un libro, y entre las páginas no encuentro otra cosa que tu rostro, y eso me parece una mierda. Así que debería empezar esto, contando que acabo de masturbarme en el sillón que heredé de mi abuela.  Me estimulé por inercia, por costumbre, para matar el tiempo, mientras escuchaba a Charles Mingus. Son casi las tres de las tarde, y con la excusa de tener noticias de su hermano que está de viaje por las islas griegas, me preparo para ir a ver a Margot. Fuimos compañeras hace una punta de años en la secundaria, y hace casi diez años que no nos vemos. Entonces, por primera vez en mucho tiempo, miro hacia atrás, y descubro cosas, fragmentos, que la memoria ha ido obstruyendo, modificando. Residuos de lo vivido.
I
Desde que  decidí no pisar más la facultad, no he podido dormir del todo bien, en medio de todo esto, hice la mudanza a otro barrio, vendí la mitad de mis cosas, conservé apenas unos cuantos libros, unos CD grabados del Gato Barbieri que no tengo donde escuchar, y en medio de todo lo que sucedió, como te contaba quise escribir unas notas, unos apuntes, casi al paso, en el momento justo en que la tormenta amainaba, y me aprestaba a recuperar la sonrisa, en una época de flashazos, lo que haces hoy existe solo hoy, es como que lo bueno no tiene una gran onda expansiva, en cambio lo que cuesta esfuerzo, lo que hace daño, es una estrella remota, tal vez ya extinta, que se empeña en emitir su luz sobre el presente, desencadenando huracanes, pensaba todo esto, mientras esbozaba estas notas, y miraba hacia atrás, estoy por cumplir 27, diez años desde que dejé la secundaria, en todo ese tiempo crecí de golpe, o tal vez crecí de a pedazos, abandoné la facultad , la volví a retomar, tuve un novio con el que casi me voy a España, tomé algunas drogas, me enredé en varias cosas ilegales y logré salir airosa, y todavía me preguntó cuáles son las fuerzas demenciales que arrebatan a una chica simple y la vuelven compleja.
Mañana es mucho menos atractivo que ayer. Por alguna razón, el pasado no  irradia la inmensa monotonía del futuro. Debido a su profusión el futuro es propaganda.
Joseph Brodsky
II
Anoche sucedió otra vez, él entró descalzo a mi habitación y se sentó sobre mi cama. Sus ojos estaban fríos, y su voz era débil. Un susurro que parecía venir desde el principio de los tiempos. Me quedé en silencio escuchándolo, dejándome llevar por su voz. Me proponía una salida, una vía de evacuación, una chance antes que se abra la caja de pandora. Ambos sabemos, que la reacción irrumpirá en cualquier momento, arrasando con todo. Los católicos son implacables, no dudan en ejecutar con crueldad su sentencia. Hace mucho tiempo que aguardó por ellos, tal vez sostenida por una vana esperanza, me figuró en las noches  que tengo la valentía de enfrentarlos. Él extiendió las manos en torno a mi cuerpo, y me suplicó que mantenga la calma, aún queda tiempo.
III
Aparecieron en el momento en que la tarde agonizaba, traían en sus brazos algo así, como la sombra de una mujer. El más alto de los tres, trató de forzar la cerradura de la puerta. Tal vez haya alguien atrapado entre los escombros, dijo. Entonces los otros dos, tomaron unos hierros oxidados y comenzaron a empujar la puerta hacia adentro. Estamos violentando lo imposible, dijo el pelirrojo, y me echó una mirada. Esa niña será testigo de algo grande, advirtió el tercero, y me pidió que me acercara hacia donde estaban ellos. Con temor avancé entre el angosto sendero, cercado por retazos de hierro fundido hasta que el pelirrojo me ordenó que me detuviera. Ahí está bien, quédate junto a las columnas. En ese momento la puerta cedió, en medio de un estrépito de polvo, permitiendo ver el cuerpo desnudo de una mujer joven. El cuerpo estaba tendido de espaldas en el suelo con las piernas abiertas, que mostraban un vello púbico cuidadosamente depilado. El más alto de los tres, apartó el cabello de la cara, dejando entrever un rostro lívido, que parecía haber asistido a su muerte con calma. A esto llevan las drogas, dijo el pelirrojo y se agachó para observar los pechos exangües que parecían mostrar unos ligeros signos de violencia. Ya has visto demasiado, niña, dijo el tercero y me hizo una seña que me alejara, luego le pidió a los otros dos que  trajeran  algo para cubrir el cadáver. Cuando me alejaba del lugar con la imagen vívida de los ojos de esa mujer que parecían mirar un punto lejano en el cielo, que solo ella podía ver, se escucharon las sirenas de los móviles policiales.
IV
La maleta abierta, llena de ropa, sobre una cama destendida puede funcionar como un símbolo de la transitoriedad, de lo efímero, pero no solo eso, también permite pensar en la deriva del vagabundo, en la vida errante de un fugitivo de la quietud que se apresta a partir. Eso habrá pensado J.J.Reynoso cuando a fines de los noventa llevaba a los café nocturnos la misma maleta desvencijada que ilustra la portada de su libro de poesías, Amanecer del solitario. Una maleta de cuero marrón que se menciona en los versos del primer poema, y luego reaparece a lo largo de la obra, situada en los lugares menos pensado. Una maleta que se abre al final de la calle para dejar escapar cientos de pajaritos de papel. Una maleta que se cierra a los pies del desocupado que vuelve a casa. Como un signo de la belleza perdida, una maleta similar  a medio abrir, vi por aquellos días en un local de ropa usada que durante más de un año permaneció cerrado con un cartelito que rezaba: “ Cerrado por vacaciones”.
V
Nunca me excitó la desnudez fácil. Siempre necesité un manto de sombras en torno a los cuerpos. Desde que  el exhibicionismo se apoderó de los medios ya nada parece quedar por descubrir. Tal vez lo único que quede por explorar sea cierta belleza esquiva, mezquina, huraña, que le escapa a lo previsible, que se niega a ser revelada, transformándose todo el tiempo sin poder ser aprehendida.
VI
Él es hermoso. Desde que volvió de España, vive en las afueras de la ciudad con una felatriz, de esas que fueron sensación en la web a principios de la década. Él no me conoce. Yo lo observó cada mañana a una prudente distancia pasar sin que note mi presencia. Seguramente trabaja en una de las oficinas superiores, donde se toman las decisiones definitivas. Desde que lo vi en una fiesta de la empresa, no he dejado de observarlo. He tratado para preservar la magia, no averiguar demasiado sobre él. Solo me he limitado a contemplarlo, a hurtar con mis ojos su belleza. Esta mañana subió de la mano con ella. Vista de cerca ella es aún más hermosa que él. No puedo dejar de mirarla y al mismo tiempo odiarla.
VII
Una noche a principio de los dos mil, veo a Belén Fanton tomando un cortado en la calle. Le pido que me acompañe a elegir un libro en una librería que acaban de abrir. Luego de muchas vacilaciones, decidimos comprar un disco:Dummy de Portishead. La invitó a casa a tomar unos gin tonic. No dejamos de escuchar “Sour time” y “Glory box”.Nos besamos sobre el sillón mullido. Su saliva tiene sabor a chicle de uva, le digo. Luego salimos  a caminar por la ciudad, casi desolada y acabamos en un teatrucho donde una tipa con ínfulas de actriz canta casi en bolas “Like a virgin”, mientras el reducido público fuma. Después aparecen un par de enanos con el pecho velludo, hacen unas cuantas piruetas y antes que las luces se enciendan del todo  sacan unos penes erectos y deformes, se los acarician mutuamente y lanzan a dúo chorros de orina hacia nosotros.
VIII
Durante el último año de la secundaria, conocí a un chico que venía del campo. Teníamos casi la misma edad pero al mirar sus ojos fríos, nebulosos, como si constantemente fueran acosados por una constante garúa nadie hubiese dudado en señalar la intensidad con que había vivido. Pero no eran sus ojos de lo que quería escribir, sino de sus cicatrices. Decenas de cicatrices que atravesaban transversalmente su cuerpo. Ni siquiera aquella vez que accedió a acompañarme al río, y nadamos desnudos junto a la toma, tuve el coraje de preguntarle acerca del origen de sus cicatrices.
Algunas veces, cuando lidiamos con el acoso de la belleza ajena es mejor quedarse con nuestras conjeturas antes que toparse con la torpe verdad del otro.
IX
Mirar y callar. Pretender ser como ellos. Hundirse en lo más oscuro de la noche, con los ojos abiertos. Estirar las manos  hacia donde ellos, los chicos dorados, danzan poseídos por el trip-hop. Ahí arriba de esa tarima improvisada hay una raza de hombres superiores con una belleza prepotente, demoledora, compuesta por músculos deliciosamente torneados. Bastaría un solo roce para excitarse y cumplirle sin pudor a cada uno de ellas todas sus fantasías. Pienso en cómo se verían esos  hombres en celo  sobre mi cama de adolescente, en cómo se sentirán sus caricias, sus embestidas, cómo será el gesto de sus ojos al encontrarse con mi pequeña desnudez.
X
Querer que retornen los amigos con el mismo rostro que se fueron. Que vuelvan otra vez a la casa abandonada, para hacer una fiesta alocada como aquel verano del 2001 cuando empezamos quinto año de la secundaria. Hasta  Margot, la más cartucha del grupo terminó bailando desnuda sobre la arena con un pedo como para cuatro. Sí pudiéramos juntarnos todos, y hacer una buena fiesta, saldríamos eyectados de este presente. Vendría el tanito con su escopeta mágica, disparándole al aire, detrás de él, infaltable, Patricio en su rol de traductor de un idioma intraducible. También se aparecería Mariana, con un vodka bajo el brazo, Yanina con un buen pedazo y por supuesto, después de mil negativas, Margot para proveernos unos forros si pinta el descontrol. Sería la grande. Imaginate que lejos queda todo, que mientras escribo estas notas al margen de la historia, me avisa que la casa ha sido demolida, que Margot acaba de ser mamá, por tercera vez, que Patricio ha preguntado por mí, que el tanito me buscó por facebook…
XI
Ellos protegidos por la noche, llegarán provisto con armas filosas, y con saña las blandirán en la fragilidad de mi carne. En ese momento, él, mi Judas personal, me invitará  a cerrar los ojos con suavidad. Concéntrate en tu respiración, aspira cinco veces, niña, profundamente, relajándote, inspirando por la nariz y exhalando por la boca. Seguiré sus instrucciones y con cada exhalación, expulsaré los dolores, la tensión acumulada en el cuerpo.  A través de los vidrios mojados por la lluvia veré el mundo cambiado. Al mirarlo poblado de sangre todo en él será mío.
Sucedió más de una vez, sucederá muchas veces…




5 comentarios:

  1. Nada tan necio como predicar sobre la necedad de los necios y esperar que los necios entiendan.

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  2. Generalmente quien rechaza un elogio es porque está buscando , por lo menos, dos.
    Adriana H.

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  3. Me gusto mucho, me parece que lentamente la capacidad de utilizar el discurso facil y sin sentido ha hecho ver la necedad de muchos y la poca apertura mental de otros, de imponer ideas en vez de respetar a los demas, de pisar al otro a fuerza de imposición, en lugar de escucharlo, los jovenes refuerzan una sola ideología y no leen ni respetan otras, no se los puede tomar como formadores de opinión, para mi esta mujer pide mucho a gente que aun no esta lo sufientemente formada, pero hay que rescatar que se esta hablando de diversos temas lentamente, se ven los problemas, se los discute y se esta haciendo autocritica de muchas cosas, no como la pobre y lastimosa generación de los ´90, que lamentablemente yo me incluyo y que parece que tienen en el cerebro solo aire...

    Catulo

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  4. A veces no es tan simple todo Catulo, la mayor de las veces el enemigo es uno mismo, solo que nadie tiene la sinceridad suficiente para decirtelo. No te conozco pero me parece que esto merece un replanteo mucho más profundo, preguntarnos si aun el disfraz que usamos nos queda,además la formación es relativa, claro que vos te cruzas con tipos que juran ser poetas y no han pasado de leer libros de autoayuda, libros católico, y escriben versitos que no dicen nada nuevo, que repiten formulas manoseadas, y con toda prepotencia escriben curriculum infinitos en tercera persona. Es muy triste. Tal vez uno necesite cambiar constantemente, pero este cambio no es una abdicación sino una forma de estar atento.
    Abrazos.
    Juliana Esp.

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