lunes, 5 de octubre de 2009

AQUI ME HE QUEDADO YO




Por M.G. Freites.

A Iván, en la distancia.

                     Es de noche y no puedo dormir saco a pasear esta ansiedad por las calles desoladas del pueblo. Pienso en mi amigo, mi viejo amigo que en un vuelo de pájaros descendió por el precipicio azul, se fue una noche, y el tiempo hizo de su adiós un fantasma que muy tarde viene a acosarme con su estrella ciega, oscura de tanto olvido. Todavía lo escucho decirme, necesito un compañero en mi falta de fe, lo puedo ver con las piernas extendidas vaciándose un vaso de grappa, un mechón de pelo cayendo en su frente, y esa mirada extraviada en algo que siempre parece estar más allá.

No puedo decir que lo eché de menos, creo que ya era tiempo de buscar en lo perdido una tregua, un lugar distinto dónde pudiéramos ver la vida por separado. Siempre uno debe estar corrigiéndose aunque tenga mil años, decía mientas intentaba tratar con lo agonizante.

Recuerdo los días en que caminábamos descalzos por la calle, con un libro de Bukowsky y dos vinos en la mochila, puedo imaginar dos absurdos canallas hablando de coches y de mujeres, a un costado de la vida, con las esperanzas perdidas en forma prematura. Recuerdo el banco de la plaza desierta en madrugada, dos sujetos que lo ignoraban todo de la vida, tirados allí ideando un suicidio, un asalto, una muerte decorosa entre tanta desgracia.

Ahora todo no es más que un remolino de palabras amontonadas contra toda voluntad. Inútil resulta a la distancia contar como atravesábamos puertas de vidrio en noches de alcohol, mientas los colectivos partían con rostros aplastados en sus ventanas. Días en que recorríamos la noche si haber tocado una chica. La verdad es insoportable, decías, mientas tratabas de librarte de todo lo que cuesta esfuerzo.

Tuvieron que pasar años para calmar ese ardor que nació con nosotros. Siempre, siempre soñando con irme de este pueblo donde me quedó mirando una pared llena de inscripciones, fumando un Lucky Strike, y soñando con irme al mar con una chica macedónica. Y ahora es mi hermano el que se ha ido y se despierta junto al Pacífico entre los brazos de su mujer.

Aquí me he quedado yo, sin atravesar la línea aún, cuidando de mis padres y de mis asuntos, tengo una mujer delgada varios años mayor que yo, es melancólica y cree en la vida extraterrestre, tenemos mas de diez gatos, un perro que no ladra ni muerde, trato de no pensar mucho en todo esto, pero cuando uno menos lo piensa, es cuando más tiene los ojos en todos lados.

Tal vez todo debía ser así, mientras todo ocurre sin orden aparente debo seguir luchando por convertirme en un hombre, y salir, de aquí, salir con la esperanza de que hay otro sitio, otra vida, aunque cada día esto parezca una inútil ilusión.

Fotografía: Robert Frank

2 comentarios:

  1. A QUI ME HE QUEDADO YO SIN ATRAVESAR LA LINEA AÚN... DEJANDO PASAR UN SIN FIN DE HORMIGUITAS QUE CUMPLEN CON SU TRABAJO...Y YO LAS MIRO...
    TE QUIERO MUCHO, ES HERMOSO COMO ESCRIBIS!
    DALILA.

    ResponderEliminar
  2. En ese tiempo Marcos salíamos de cacería dispuestos a descubrir , un mundo por demás cambiante...
    gracias...

    ResponderEliminar