domingo, 23 de octubre de 2011

ESAS PIERNAS EXCESIVAMENTE LARGAS


"Los genios no buscan, encuentran" 
(Rogelio Rubén Almada)
Cuánto tiempo tiene que pasar para que la luna vuelva a salir como esa noche.
Mientras duró, fue infinito, me dijo el borracho de un bar oscuro donde me fui a embriagar el sábado al mediodía. No sé como sucedió, tal vez el infinito es un eterno hueco en los ojos mientras adelante mío baila la gran ciudad. Entonces ella sería una película en francés, no podría entenderla, pero me quedaría a ver las imágenes. Entonces ella estaría al borde de un precipicio, mirando el abismo de los gritos forzados, entonces ella podría quedarse callada, mirándome, cuando pasan los autos que se incendian, y las personas que corren como locas, para llegar a donde nadie los espera.  
Fue una noche pesada llena de cielo, cuando me encontró tomando un ron barato. No hay salida para esta cárcel, le dije. Recuerdo su sonrisa mirándome con la cabeza inclinada para abajo. Su labio inferior más carnoso que el superior. Un vestido floreado que quería saltar a un rincón.
Caminamos sobre la ciudad, como dos fantasmas que se frenan a cada paso para besarse. Le inventaba historias para que sonriera, para que me mirara mordiéndose el labio. Pero qué escribir de esa noche, que la vi entre un montón de gente, que su pelo se ondulaba tras su espalda, largo y delirantemente negro. Con unos ojos brillantes como si nunca hubieran parado de llorar.
...
Pero cuando estoy solo con una sopa fría frente al plato, mientras en el pasadiscos canta Ella Fitzgerald, ahí es cuando decido saltar las vallas para verte acariciando las nubes que llueven sin ganas. Ahí es cuando me acuerdo de tus manos, de tu cuerpo, de tus piernas excesivamente largas. De tu sexo húmedo, de tu cara arrojada sobre el placer, moribunda tras la sangre hereje.
Tus palabras defendiendo el significado, frente a mi cinismo me arrojó a una enfermedad mental que no pude despejar. Y aunque fuera más de lo mismo, las pecas sobre la cara blanca, arrojadas como puñados de estrellas en las noches de rutas desoladas, no soltarían las nebulosas que se arremolinan dentro de mis dedos temblorosos. La pared amarilla con el revoque cayéndose, protegida por un búho de perlas negras.
No mires más hacia arriba, que el cielo de a poco va perdiendo su brillo, no te acuestes sobre camas cuajadas de besos extranjeros, no pienses en un vestido de novias, no creas ya en un dios solitario. Todo se resume al estallido, a un ruido extraño que nos saca de la pereza mañanera.
Y seguramente te voy a encontrar bailando tras una noche febril, como desinteresada de lo que a tu alrededor se queda estático. Te voy a encontrar encarnando temas inevitables, te voy a llevar tras los autos apurados, vamos a entender la ciudad tras una ventana sucia de un hotel a medio pelo. Vamos a cortarnos la piel para ver los colores de la vida descamisada. Vamos a cuidarnos de las sabanas que esa noche, seguramente, nos puedán estrangular.

Texto: Matías Lucero
Foto: Micaela Miño

5 comentarios:

  1. La máquina no se quedó con todo y menos mal, no pudo con esa chica de piernas excesivamente largas, ella parece que sabe escabullirse para que la recuerden con cualquier excusa. Me gustó leerte, me gusta encontrame con literatura.

    C.R.

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  2. Me gustó que el relato me asaltara como una voz que irrumpe el sueño para contar algo,para poner en escena una voz que parece decirnos que el viaje al final de la noche hay que ir narrándolo paso a paso para que no perdamos de vista la escen ay percibamos el dramatismo de ese sujeto que busca atrapar lo inasible, una mujer que parece evaporarse en cada encuentro, y eso lo ponen de manifiesto esos climas agobiantes que creas y ese orden que roza lo macabro, mientras la noche se disuelve en sus piernas excesivamente largas. Abrazo.
    M.

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  3. "Caminamos sobre la ciudad, como dos fantasmas que se frenan a cada paso para besarse."
    Místico Patchu. Imagino vapor del asfalto, humo de cigarro, llovizna... Besos y olor a alcohol.

    Muy bello.

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  4. Esta muy bueno Maty, beso grande:)

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