lunes, 15 de agosto de 2011

COMO SI TODO EL MUNDO NO FUERA MÁS QUE DESEO

Por Marcos Freites
1. TIRANO, EL DESEO.
Soñé con un niño que mira por primera vez el rostro de su madre en el espejo y se duerme llorando, con los dedos en la boca.  Soñé con un  niño que se duerme llorando, mientras afuera diluvia el cielo entero.
Entonces busqué el rostro de mi madre entre todos los rostros y hablé como nunca lo había hecho.
“Madre, yo acaricié tu desnudez cuando dabas a luz y te hice la más bella entre todas las madres. Tan bella te hice, madre, que tu cuerpo alumbraba el día. Madre, este es el mismo niño que jugó su inocencia  en un solitario tobogán, el mismo niño que guardó en sus manos  los  despojos  sucios del amor. Toda mi aventura fue mirarte desnuda  como si nunca hubiera visto el rugido de tu sexo enjaulado.”
Una mujer acaricia un niño, la luna  se aleja cantando, y su claridad infinita hace correr los ríos. El deseo asciende sobre todo aquello que lo niega, y estalla justo ahí, en el medio del pecho.
“Corté todos los hilos y me hice a la intemperie y guardé la sombra de mi madre para siempre en la vergüenza de los espejos. “
Soy el niño que se tiende al sol esperando que vuelva junto a las sombras su inocencia y no ve más que cuerpos desnudos, irradiando deseo, y no sueña más que cuerpos alargándose, uno tras otro, como si todo el mundo no fuera más que deseo.
……………..
2. SUEÑO Y ESPLENDOR
Yo soñaba, yo mascaba, yo advertía, yo despertaba, yo preguntaba y entonces me era preciso cerrar los ojos y confiar en una mano ajena que me prometía ver en mi ceguera y a lo lejos oía una voz que clamaba piedad y yo volvía a soñar como quién se echa a navegar en la corriente sin esperanza de alcanzar tierra firme.
Yo soñaba y era el sueño el que me llevaba, en sus arenas me arrastraba muy lejos  como si nadara entre espejos, en el sueño veía cien mil reflejos, yo soñaba en una columna de cipreses, a veces yo soñaba que volaban peces de mi cama al cielo,  por mis ojos veía un paisaje de ensueño, en mis ojos caía y de lo que veía al despertar escribía.
Yo soñaba con los senos de una niña aporreados por el cariño los senos de la niña lloraban muy serenos sin que nadie pudiera robarles una sola lágrima. ¿Siempre se ha de llorar lo que remedio en esta cama nunca tiene? ¿Nunca lo que en esta cama remedio tiene se ha de cantar? 
Yo me preguntaba sobre los males que me perseguían con piernas reales,  por baldíos,  por paisajes, sin aire retrocedía perseguido por grandes piernas que me alcanzaban en un solo movimiento. Quería huir hacia irrealidades irreales, quería escapar sin mirar hacia adentro y la verdad previsible era que corría sin pies, con temor corría y corría a través de una habitación que se movía.
Caballos escualos magnéticas mariposas tropezaba soñaba con tantas cosas.
Soñaba como si realmente soñara. Miraba con devoción como si mirara con unos ojos que me eran ajenos. Pero eran los cazadores apuntando a  mi cabeza. Pero eran los conejos escabulléndose entre las sábanas. Pero eran las pastillas, todos los venenos disueltos.
Soñaba con una cama de hospital, cosía con agujas en mi carne el mal  y con la fiebre veía desnuda a María y yo su sexo santo lamía y sólo eso veía y no pensaba en nada mientras su mano helada acariciaba con pudor mi pene erguido y María era una imagen que de repente bajo la asfixia de las luces me arrancaba su dolor y luego veía unos peces dientudos de un color casi indefinible cercano al verde, unos peces dientudos que surgían de los senos santos de María.
Yo soñaba en las lindes del precipicio con  una lámpara encendida en la sombras, con una gran tormenta que se avecinaba, con un paraguas roto, y a ciegas nadaba entre olas oscuras, mientras ella se acostaba desnuda y mojada en la cama y me pedía que no detuviera mi sueño, porque los sueños, decía al borde del paroxismo, no necesitan sentir el peso de los sueños, cuando, exhausto el hombre sueña que sueña que sus ojos son de la noche.
Yo soñaba con todo lo que juntan las hechiceras, con los despojos que escupe el vendaval y eran fetos fatos falopas feacios batracios reacios futuras felaciones fetas infestas maricas políticas basuras fugas precipitadas escaramuzas hélices.
Yo soñaba y preguntaba ¿Cómo se escapa de este encierro? Yo soñaba y gritaba a los vientos, un favor exigía, salir de este sueño antes que termine el día.
……
3. PORQUE ME LLEVA POCO TIEMPO
Me soñé a tu lado, llorando, llorando, tan solo en la cama, sin poder levantarme  para quererte como te quise en sueños.
Los años se amontonan en cada despertar, se sueñan hiedra en el vértigo de los calendarios y yo me pinto los labios para besar la boca oscura del tiempo.
Me creí el cuento, soñando, soñando, tan solo en la noche con mis fantasías, empapado en el sopor de las pastillas, sin nada a que aferrarme, con los ojos cerrados corrí hasta abrazar la noche.
Sólo dios sabe que fue del lugar que un día fijamos como punto de encuentro. En la oscuridad aprendí a callar, me comí el dolor y supe que las sombras no saben ocultar el llanto de un hombre.
Olvide tu nombre, y emprendí vuelo como un fantasma que se despide de su pasado y comprendí que desde las alturas la soledad no es más que viento.
Hoy caí, y te soñé, te soñé llorando, fue tan real y no pude llamarte, pues de tu nombre hace tiempo me libré.
Entonces fuí.
……….

Rodrigo Heredia (Concarán, 1993) Actualmente estudia Hotelería y prepara su primer libro de poemas.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. me encantó la manera particular en que estan escritos estos poemas, el último me dejó un sabor amargo de malancólica identificación, algo que pocos escritos logran, por si alguien gusta leer mis humildes versos les comparto mi blog http://soledadymelancolia.wordpress.com/
    espero les gusten, como a mi los suyos
    saludos, Dani

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