sábado, 12 de febrero de 2011

¿ QUIÉN PUDIERA TENER LA DICHA QUE TIENE EL GALLO?

FRAGMENTOS DE UN DISCURSO BAILANTERO
Por Marcos Freites

¿Quién pudiera tener la dicha,  / que tiene el gallo ?. / El gallo sube,  / echa su polvorete, / y racatapúm chinchin, / ay! se sacude. Ya verás paloma que no hay gavilán. /Ya verás paloma que no ay gavilán,/Ya verás paloma que no hay gavilán,/que a ti te coma.
Pepe Benavente
1. ¡A bailar que el relámpago tropical anuncia tempestad! ¡A mover las caderas que el carrusel loco no para de girar! ¡Esta fiesta no tiene fin!  ¿Están preparados para bailar hasta quedar muertos? Les aseguro que esta noche será larga, bailaran hasta quedar decapitados. El locutor exaltado se mueve de un lado a otro del escenario, acosado por una turba de adolescentes enardecidos. ¡Con ustedes el único! ¡El irrepetible Faraón y los seguidores de la diosa Selkis! ¡Aquí en el Sismo Bailable, en el reducto de Ramsés, presentando el tsunami  tropical! En el 8.3 de la escala juvenil. Los reflectores se encienden. Una luz violeta ultra potente ilumina la cara de Micerino, que se acerca al micrófono y preguntan, si están dispuestos a incinerarse bailando. Desde el fondo empuja, la batería de Kefrén y los seguidores inician la noche con Enciende la noche, uno de los singles de su último disco Placer de Dioses, y las chicas al oír la primera estrofa aúllan.  Me gustaría/que recordaras/con alegría/ los días /en que a mi lado/sonreías/ los días felices/en que el sol brillaba/ y en tu ventana/ siempre había/flores/ Ahora el tiempo/ se ha ido/ y en nuestra cama/reina el olvido/ por eso yo te pido/ que si vienes/ que sea de noche/ así yo te amaré/ a oscuras/ y será tu corazón/ lo que enciende la noche/solo para mí. Una chica al borde del paroxismo se sube al  escenario, y se abandona desmayada en los brazos de Seti, ese bajista alto y espigado que toca en cueros. Los hombres de seguridad la arrancan de sus brazos con respeto, y la conducen hacia donde los baños donde la someterán a un chapuzón de agua fría.
2. Apenas empieza y ya estoy chata. Me latea que estemos tan apretados. Atrás hay un mono que me está metiendo el dedo en el tuje. Se ha obsesionado con mi traste. Pedazo de pajero, te voy a partir el hocico de un botellazo. (Mueva/mueva/mueva/que este ritmo/es puro sabor/ mueva/mueva/ hasta entrar en calor) No sé para que te traje si te estás quejando. Acá la gente viene a divertirse. Esto es el pueblo. Gente que con dos mangos es feliz. Esta gente es la que hace grande al país. Mirá, mirá como están esos chicos. Los desborda la alegría. (Arriba/ abajo/ a mover el tajo/  arriba/abajo/ a la vuelta te la encajo) Que sean pobres no les da derecho a que me toquen el culo. Vos te dejas manosear solo porque son pobres, porque sos la abanderada de los humildes. Con ese pensamiento salgo a la calle y al primer mendigo que veo se la termino chupando por caridad. (El agua horada la roca/ mi amor se posa en tu boca/ y eso te pone loca/la risa te provoca/ y sos feliz/ con este ritmo/sos feliz)  A mí me gusta que me rocen de vez en cuando. Sobre todo si son peronistas. Por lo general tienen una buena herramienta. Estoy curtiendo con uno de la Cámpora. Fue al mercado y me compró pájaros. Por suerte encontró.
3.  A fin de año, el Faraón no toca más, le pasa la posta al hermano. Lo tiene acorralado la mafia de la bailanta. Le tirotearon la casa. Decí que no estaba. Esos tipos tiran a matar. Mira el coreano aquel, ese es uno de los hombres de Chuck Norris. Lo ubicó de la Sexy Pistols. Solía darnos algún pasecito. (La banda toca de manera frenética una canción tras otra. A lo largo del salón hay una muchedumbre transpirada intentando bailar. Una de las chicas quiere jalar. Sabe que el coreano mueve los hilos. ¿Cómo acercarse? Con cuidado. Midiendo los pasos antes de darlos.) Podría invitarnos a jalar. Hace mucho que no me meto nada. Es pura basura lo que anda en la calle. La voluntad y la fortuna no van de la mano. Esta ciudad se está desmoronando. ¿Me oís? Se van a morir todos sudando sangre. (El ojo se interna en la multitud enfiestada. Trata de encontrar algo. Hasta que se detiene en las tetas de una piba. Unas tetas redonditas, bien paradas, que se mueven al ritmo de la cumbia) Qué buen paragolpe que tiene la morocha. La de pollerita roja. Está como para partirla. Se la pondría en las migajas de un lecho, mientras gira el ventilador. Estiraría la mano y abriría un tarro lleno de pastillas. (La belleza de la música reside en la infinita virtud de ser representada alegremente. En el ardor que despierta su ritmo descansan las esperanzas de un mundo bailable. Que una canción nos impacte no quiere decir que  dos minutos después nos produzca la misma sensación. En cambio, cuando su ritmo nos hace sentir un deseo irresistible de mover los pies, se produce la revelación tropical.) Habría que ponerla a dieta un mes. Vos sabes en ese tiempo el lomazo que echaría. Partiría la tierra. Mirá como baila, como expresa esa tensión, esa belleza de estar danzando fuera del tiempo. Me gustaría verla bailar sobre la mesa después de un buen electroshock.
4. La previa la hicimos en la casa del Corvina. Arrancamos con unas cervecitas, un vinito dulce y una rayita. Vimos de reojo a la Tatiana cambiarse ropa. Cuando llegó el Patito, dibujamos un dinosaurio rosa en la arena.  Le hicimos unos ojitos hermosos con las grosellas que vienen en la ensalada de fruta. A esa altura todos ya nos habíamos pegado el cachufazo con la maraca reprimida de la Jade que nos mostraba las gomas, pero cuando la apurábamos no aflojaba el paquete, así que ¡chau pescado!  Terminamos los tragos y partimos para el bailongo.  A toda velocidad.  Silbaba el 128  por el asfalto podrido de la Julio.A.Roca. Casi nos comimos un perro cuando paramos en lo del Gallo. Tuvimos que esperarlo un buen rato. Estaba montado a la Marita, echándose un polvo, con los dientes apretados. Cabalgando hacia el placer. Salió acomodándose los pantalones, y se trepó al auto. Nos indicó el camino a seguir. Paramos en el desarmadero del viejo Risma. Tenía que sacar un dinosaurio de ese antro que olía a hierros en descomposición. Salió con una veterana de pollerita corta, de esas que le gustan que les hagan el camino de tierra.  Los cargamos, y ahora sí, la veterana, el Gallo, el Corvina, Jade y yo, apretaditos, salimos al baile. Coca-cola el sabor de verdad. Como pudimos preparamos un jarro de fernet con coca. Mientras tomaba, me quedé pegado con las tetas de la veterana. Se las estrujaría. Quién tuviera la dicha que tiene el Gallo. Ese sí, que es un tipo poronga. No se le para de gusto. Cuando se le para es para ponerla. Una noche se bajó a cuatro hembras en la Sexy Pistols. A una le hizo el ojito de pollo, le quedaron los ojos blancos, bufaba de placer. Si te calentás protegete. Usa condón. A la Jade le pedí que me hiciera una limpieza de sable, pero la muy trola se negó. No vio billete, la maraca esa. Se viene a hacer la estrella conmigo que la acompañe a hacerse un lavaje, después de que se la cogieron en grupos los pibes de la Campora con los forros que da el estado. De cuarta, la huevona. Dejala, ya cuando estemos en el ritmo, me voy a levantar una hembrita que no le haga asco a nada, y la voy a empomar en algún telo. Hasta la mañana la voy a tener con las patitas al hombro.
5. Muchas veces escuchar a El Faraón y los seguidores de la diosa Selkis, es un continuo ejercicio del placer, en cada una de sus canciones hay un deseo feroz de que todo sea cumbia y que el baile sea tan importante como la sangre, como el aire que se respira. Ya en su primer albúm, Pirámide Bailable se puede vislumbrar la fuerza atómica del lenguaje, abriéndose paso, dando luz a una diversión interminable. 
Micerino, el líder de la banda, es el poeta de un infierno peculiar, lleno de lujuria donde los triunfos se miden en virtud a las malas elecciones. La mejor elección es elegir el mal camino. Las canciones más memorables son como torbellinos de voluptuosidad que te arrancan la ropa, que te quitan la timidez y te lanzan con fuerza a las aguas cenagosas del placer más impúdico.
En “Cuchillos”, de su último disco El Ritmo de Mubarak, encuentra una chica al final de la fiesta” Con los ojos ahogados/ en la tristeza” y cuando las luces del alba están por despuntar la invita a caminar por el lado salvaje: “mientras los cohetes se disparan/ ella sostiene mi mano/como alguien que sostiene/lo que queda del mundo.”
Esta tristeza define a El Faraón, también, pero se vuelve poco reconocible con esa música que te pone en movimiento, te hace desperdigar adrenalina, mientras escuchas esas pinceladas costumbristas  que nadie nunca escribió en la historia de la música tropical. El sonido remite a una banda eufórica tocando como si se fuera a acabar el mundo- una imagen recurrente en sus letras-, sin embargo, esas ejecuciones vocales les escapan a todos los estereotipos esperables para un tipo que sabe lo que es tener la dicha del gallo.
En definitiva El Faraón y los Seguidores de la diosa Selkis es una banda que gana puntos con cada escucha, y conduce al oyente a ese lugar donde los cuerpos se mueven gozosos: la pista de baile. Uno desearía esperar el día del juicio final escuchando El Faraón, ensayando pasitos de cumbia con algunas de esas chiquillas voluptuosas que le han entregado su sangre al rey de la pista.
6. Asistir a una fiesta tropical significa encontrarse ante la infinitud con los ojos abiertos. A los ojos les cuesta mucho esfuerzo hacer foco en la miríada de escenas que surgen dispuesta a contagiar toda su sensualidad. Cada cuerpo tiene una luz propia que irradia a los otros cuerpos que se mueven cubiertos de transpiración. No hay lugar para la monotonía. No hay un solo instante en que uno deseé la calma. En medio del derroche de sonidos, de luces, uno anhela la tempestad, el torbellino bailable. Es la multitud en estado de comunión. Una liturgia de cuerpos sufridos cerrando cicatrices. La cumbia es la plenitud. Es el desorden continuo. Lo primero que llama la atención son las chicas, dispuestas a todo. Deseosas de arrancarte de tu desidia y arrástrarte hacia un remolino de pasión. Chicas que viven su carnalidad sin tapujos, que saben con certeza que el buen sexo es el motor de una vida plena.
A ese mareo visual se suma inmediatamente el olfativo. Los olores agradables y desagradables se mixturan en una atmosfera festiva creando un perfume peculiar. Los aromas agradables de las colonias compradas en las cartillas o el que exhala la piel de las chicas recién bañadas con el cabello húmedo se confunden con el hedor que fluye de las axilas de los muchachos, con el olor de los chorizos asándose, con el bálsamo afrodisiaco que expelen los sexos dispuestos a usarse antes que la fiesta culmine.
Micerino cuenta que durante su infancia al asistir a un baile de Los Playeros tuvo una revelación, debía dedicarse a cantar sus penas. “ La cumbia es la mutación de la tristeza en alegría, afirma en las liner notes de su último disco. Cierto día vi a un cantante de cumbia que admiraba sentado en una plaza, agrega, fumamos una hierba matutina , y de pronto pude ver gente que se acercaba a nosotros, unos predicadores vestidos con ojotas y camisas con palmeras estampadas. La visión despilfarraba sensualidad, pertenencia, entonces decidí que olvidaría mis anhelos de trabajar en el gobierno, y formaría una banda tropical, capaz de alegrar los corazones de los desposeídos, de aquellos que han sido criminalizados por un estado que los ignora.”
7. ¿ Cómo llega uno a ser quién es, en el mundo de la cumbia? Micerino, en su autobiografía La Dicha del Gallo inicia una exploración de la historia familiar, tratando de encontrar puntos de contacto con el jolgorio, con ese deseo de fiesta que palpita detrás de toda adversidad, articulando piezas que no terminan de encajar nunca(porque como afirma su baterista, la vida no es un puzzle entendible), oyendo las voces que silencia la cultura. El resultado es un análisis lúcido de lo que significa, ser parte de este circo popular, donde los que están por debajo de la línea de pobreza se consuela mientras los que gozan en la punta de la pirámide hacen catarsis, en una comunión que une a clases disímiles.
Este libro es un conjunto de historias contadas por una voz que aspira a la alegría, en la que confluyen otras voces. Aquellas que no quieren cambiar este mundo de la manera que pretende hacerlo cierta intelectualidad, sino divertirse, quererse con la cumbia de música de fondo, y antes que el cielo desean como redención tener la dicha que tiene el gallo.
8. Unos ven en la cumbia un destino exterior en el cual el cantante está invitado a suprimirse como artista; otros mantienen la autonomía cumbiera separando la cumbia de la circunstancia y haciendo de ella una coartada bailable. Se defiende la cumbia y se defiende la música, como tradiciones rivales. Los antiguos cantantes tropicales que las vivían, sin tantas confrontaciones existenciales, no hallaban demasiados obstáculos en hacerlas coexistir. Tomadas en estado primigenio , en la práctica diaria, no son una alternativa, crecen y decrecen juntas. Micerino, reivindica esa coexistencia, pero su Elogio de la diversión lleva implícita una preferencia por el oficio de quien capta un sentido en el pueblo y hace posible que haya una música sin división de clases.





2 comentarios:

  1. La cumbia es una música que tiene mucha corazón y eso ustedes no lo ponen en ninguna parte. Escriben con sorna sobre la música del pueblo. No es otra cosa que una mirada de clase media resentida, que no puede aceptar que el pueblo se divierta.
    Alejo.

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  2. No digamos que entre gustos no hay nada escrito, porque hay bastante diría sobre el buen gusto. A buen entendedor pocas palabras.

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