miércoles, 14 de marzo de 2012

UNA FORMA DE QUERER MIRAR LAS CONSTELACIONES

por Matías Lucero


Las nostalgias se cuentan de a docenas, decía el cartel que pendía de la puerta de su habitación. Eran tardes largas, donde nos poníamos tras el manual de constelaciones para descubrir Sirio entrada la noche. Ella se paraba de espaldas a mí porque decía que yo nunca iba a poder entender lo que significaba mirar sin querer ponerle un nombre a todo, así que yo prendía un cigarrillo mientras ella escudriñaba el puñado de foquitos en el cielo, intentando ver la noche sin querer entenderla. 
Las horas se fueron consumiendo con cada ráfaga de olvido. Intentando no pensar en el futuro para que no nos encontrara besándonos en cualquier rincón oscuro. Subíamos a todos los autos sin llave para imaginar que viajábamos a otros puertos más alejados, donde hablaran otro idioma, donde nadie pudiera vernos los rostros que se nos dibujaban con sonrisas perennes. 
Ahora que está la muchacha con un chaleco de fuerzas, pienso que tal vez el valium no es buen resultado para las cabezas que no pueden parar. Y me imagino a un dios como un gran relojero envuelto en un chaleco de celofán. La chica deja que sus ojos se pierdan hacia atrás, pienso que le temo a la blancura, entonces tomo un crayón de su mesa de luz y le dibujo dos pupilas para que pueda mirar. La eutanasia es una gran respuesta cuando ya no queremos la quietud, me dice una enfermera que me deja solo con el cadáver. Entiendo que tenía que suceder, que los sueños lúcidos me estaban alejando de la sucia habitación donde todavía descansaba un libro de Alan Pauls sobre la mesa de luz. La realidad me resulta un ensueño mal barajado, y las cartas sobre la mesa no prometen una buena partida. 
Tomo un vaso de vino caliente, cada parpadeo me trae su silueta dando pasos pequeños sobre el jardín. Entiendo que me gustaría ponerle un cuerpo, pero no es más que una sombra en esta oscuridad. La calle debería estar mojada para que la poética del texto no se corte, en cambio el sol no para de azotar su sadomasoquismo contra los incorruptibles que salen a las tres de larde a ver la ciudad. 
Ahora que ya es tarde para saber adónde queda Sirio, hago garabatos sobre un papel en blanco. Dibujo una casita rodeada de escarabajos gigantes multicolores. Ya no espero nada, porque no hay nada que esperar. Me sostiene la idea que dentro de unos meses las constelaciones vuelvan a aparecer en el mismo lugar, creo que es una estúpida forma de recordar su voz. 


4 comentarios:

  1. Me parece que es una fotocopia mal sacada de Cortazar. Mala imitación. Además no tiene un hilo conductor el texto, parecen oraciones aisladas. Crítica constructiva para que sigan creciendo.

    Laura

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  2. Nada más lejano de Cortázar. Me parece que Laura no ha reflexionado acerca del concepto de deconstrucción, sobre la idea de fragmentar la realidad, los sandwich de realidad como quería allen ginsberg. Me pareció emocionante, un momento luminoso. ¿ Sigan creciendo? ¿Hilo conductor? Desde cuando la literatura se sostiene en esos conceptos.
    Selkis desde que los leo ha sido eso, obviar las formas.
    Fernando.

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  3. leer esto me hace creer que el amor es lindo
    Hermoso relato

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  4. Los invitamos a leer el libro de argorexluxor

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