jueves, 12 de enero de 2012

CÍRCULOS EN EL AIRE

 Por: Marcos Freites

Cuando estaban por surgir los títulos que anunciaban en cinco idiomas diferentes la llegada del verano, abrió las manos, contuvo la respiración, se elevó por encima de los niños e hizo un círculo en el aire. Las mujeres que hacían ejercicios en torno a las máquinas se sorprendieron de lo gigantesco que podía ser un círculo dibujado en el aire. Podría ingresar por él un camello o un dromedario sin mucha dificultad, dijo una de ella mientras se secaba el sudor de las piernas con un pañuelo. Tal vez podría atravesar por él una avioneta, sobre todo si está soleado, agregó otra mujer que aferrada al torno modelador de glúteos apenas podía hablar. El enano que limpiaba los engranajes de la rueda luminosa se acercó hacia donde estaba El Dibujante de Círculos en el Aire, y le pidió que hiciera uno aún mayor.
Señor si se sube al trampolín podrá hacer uno mucho más grande, y los impresionará a todos. Hágalo, por favor. Mire a los chicos. Están ansiosos, han dejado de jugar para contemplarlo a usted, Señor…

Maravilla, respondió él, y se quitó los zapatos para comenzar a trepar la escalera. En torno a la pileta se había congregado un gran número de personas. Estaban hasta los mecánicos de la Montaña Celestial que había dejado de girar y emitía un chillido ensordecedor. Por los altavoces del parque sonaba el hit del verano, interpretado como era costumbre por Devoradores de Caníbales. La música hipnótica y ululante parecía penetrar en los oídos, repiquetear en las venas, para finalmente galopear en la cabeza  como una tropilla de sementales en celo. Entonces ahí se producía la revelación, y pensábamos acerca de nosotros mismos, acerca del lugar que ocupamos. Para ese momento Maravilla estaba en la punta del trampolín, dispuesto a dar el gran salto, cuando vio a la muñeca que hacía globos con la boca, y al verla creyó escuchar en su cabeza la palabra Dios. Por ese entonces Dios era una palabra-tesoro. En la época que sucedió esto que les cuento, había palabras –tesoro, palabras que se guardaban celosamente para momentos límites. La muñeca lo observaba con ese ojo punzante que le acuchillaba sus pequeñas gafas, y en su cabeza la palabra Dios empezaba a  oírse con mayor claridad. La gente aullaba, y pedía a coro que diera el gran salto. La muñeca le disparaba aquemarrropa miradas que lo cegaban con ese ojo filoso, capaz de atravesar las gafas de blindex. Desde lo alto de la torre lanzachorros había otras muñecas que sostenían una pancarta que lo invitaban a saltar.

Maravilla, trató de olvidar los ojos de las muñecas, que sólo él creía ver, y cuando lo hizó dió el salto, y al hacerlo tuvo la impresión que la muñeca que mascaba chicle  se había arrancado el ojo punzante, y dio un grito que nadie escuchó, creyó flotar en el aire durante unos segundos, después unos brazos invisibles lo volvieron a elevar, y entonces abrió las manos y no sólo hizo un gran círculo por el que podría haber pasado una manada de elefantes, sino que escribió la palabra Dios.
(Fragmento de "Círculos en el aire", nouvella inédita de Rodrigo Heredia)

2 comentarios:

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  2. No logro comprender sobre que escriben. Todo es muy encriptado... No hay ninguna referencia al lugar de origen. Me parece que si ustedes son el futuro de la literatura de san luis... este será muy negro.
    Aldana

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