Por Gabriel Funes
lo dejan al
lado de la cama le impiden que pueda tocar
lo hacen
caminar de espaldas y él resignado obedece
le crecen
cuernos , verrugas, jorobas, unos cuantos años
que no puede
quitar y nada, nada lo enardece
ahí en las
lindes del baldío exhausto en su abandono
prendido a
su idea vagabunda sin hablar
colorea el
mundo para nosotros impávido
con su
pincel protoplasmático
y escribe
con el reverso de la mano
notas ciegas
que nadie, nadie lee
qué quiso
decir cuando una ráfaga de viento repentino
lo ahogó
entre plumas
qué espera
tendido entre los escombros
sin nunca
atreverse a dormir
como si al
cerrar los ojos un sobresalto inesperado
amenazara
con hacerlo pedazos
qué lo
retendrá en esa constante negación
sin decidirse
a poseer lo disperso.
y si todo
acabara en un aluvión repentino
y no tuviera
que cargar con ese montón de huesos
el dolor
volvería a ser libre
y no dudaría
en elegir una escala de grises
para
colorear el perfil de su mujer
no
permitiría que una mano se alargara
más allá de
sus dominios
para abrazar
lo que el aire niega
y no es
poesía
este
ejercicio retórico
sólo un
breve aspirar/respirar
un jadeo
desganado
en el margen
de una hoja rota
maleza que
se acumula
en las
grietas que abre el calor
manchas de
humedad
creciendo a
lo largo y a lo ancho
sin
descanso, sin poesía
la
preocupación de una vida
que se
sienta sobre los restos del día
y aguarda
por unos pasos
que vengan a
probar tanto silencio
cuando el
temporal ha amainado
y su mujer le habla
de algo
parecido al amor
vicios
ancestrales, costumbres paganas
que ninguna
educación pudo cambiar
sólo el
lento aprendizaje de la decepción
en una cinta
sin fin
lugares
dónde nunca ha estado
labios
fantasmales que pronuncian el deseo
las piernas
abiertas de la mucama al amanecer
el lenguaje
perdido de la ropa usada
que se
amontona sobre la vieja cama
sin exigir
atención
saldrá del
verano sin mirar atrás
convencido
que esta estación
ha sido solo
un descanso
sin
importarle
la sábana
con quemaduras de cigarrillo
la luz
tambaleante que impide quitarse la ropa
cuando el día tome posesión
y el hombre
de las noticias
habla con
dificultad
advierte
sobre la inminente llegada
de un frente
frío
lo que no es
poesía se vuelve escombro
otra vez
lo que no es
poesía se vuelve escombro
y por más
largo que sea el verso
se vuelve
desperdicio
palabras
sobrantes que un hombre como él
tan cerca
del vos me mostrás/yo te muestro
ve sin
inmutarse
sin saber lo
que está viendo
sin animarse
a proseguir la lectura
porque no es
poesía aún, no es poesía
¿y qué es
poesía?
“mi casa es
su casa” “por qué no te callas”
y aquí
estamos
junto al
hombre
con todo el
día por atravesar
inmunes a
los efectos nocivos de cierta poesía
que aún no
es poesía
MUUUUY bueno! Me encantó!
ResponderEliminarSentido. Poderoso.
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