Por Gonzalo Riera
Ojos vacíos
Ahora que toco el borde de la mesa
con la punta de la lengua
y se me pegan migas de pan
y saboreo los restos del almuerzo
con los ojos vacíos
voy adentrándome en lo que estuvo
pronunciando palabras al revés
aunque sea tarde para milagros y en torno a mi cuerpo
solo arrecie el espanto
Baldosas
Rayones de bufandas alérgicas sin invierno
con el filo de un lápiz con olor a humedad
tracé el mapa de Dinamarca solo para vos
que saliendo de atrás de la pared
un ojo me guiñabas incapaz de ver
Copenhague en otoño
con un muelle maltrecho
Flores congeladas
Nunca advertimos la distancia
que separaba un abismo de otro abismo
como si no hubiera del otro lado nada más flores congeladas murallas de tierra
un foso que contiene el universo
casi al final del invierno
cuando la garúa auguraba temporada de caza
con vigías en cada esquina
y las marcas húmedas de los zapatos de una niña pequeña
sangrando calle abajo
Las chicas se acuestan a tu lado sin saber por qué
Cuando abrí la puerta
ella estaba suspendida en el aire
sin prestarle atención a la lluvia
y pensé que las chicas se acuestan a tu lado/ sin saber por qué
había otras mujeres en la postal
hablaban sin escucharse
la verdad no es más que unas cuantas palabras pulcras dijo la pelirroja
tengo la sensación que está ciudad se va a derrumbar
en un estrépito de polvo y humo
escribió la rubia que tenía en brazos un perrito
y cerré la puerta sin dejar de pensar que las chicas se acuestan a tu lado / sin saber por qué
Pasado mañana en Copenhague
Es difícil abrazar una desnudez corrosiva
cuando la nieve no deja de caer
y en la cabeza no deja de repetirse
la imagen del grifo
ella dice que vela por el oro
y yo lo veo trepar a la cama cuando estamos desnudos
dispuesto a devorarnos
justo a la hora en que unos ancianos harapientos
arrastran unos trineos cerca del Kronprinsen
cuando los trenes se han detenido
y se oyen gitanos al oeste
y una felicidad desconocida nos atraviesa
como si hubiese estado estancada
en las páginas húmedas de un diario
y parecen más dulces los duraznos recién sacados de la lata
Gonzalo Riera: Nació en Naschel en 1990. Actulamente trabaja como peón en una estancia de Algarrobo del Águila, en La Pampa.
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