lunes, 30 de julio de 2012

PASADO MAÑANA EN COPENHAGUE


Por Gonzalo Riera

Ojos vacíos

Ahora que toco el borde de la mesa
con la punta de la lengua
y se me pegan migas de pan
y saboreo los restos del almuerzo
con los ojos vacíos
voy adentrándome en lo que estuvo
pronunciando palabras al revés
aunque sea tarde para milagros
y en torno a mi cuerpo
solo arrecie el espanto

Baldosas

Rayones de bufandas alérgicas sin invierno
con el filo de un lápiz con olor a humedad
tracé el mapa de Dinamarca solo para vos
que saliendo de atrás de la pared
un ojo me guiñabas incapaz de ver
Copenhague en otoño 
con un muelle maltrecho

Flores congeladas

Nunca advertimos la distancia
                     que separaba un abismo de otro abismo
como si no hubiera del otro lado nada más
                    flores congeladas murallas de tierra
un foso que contiene el universo
             casi al final del invierno
               cuando la garúa auguraba temporada de caza
con vigías en cada esquina
y las marcas húmedas de los zapatos de una niña pequeña
                             sangrando calle abajo

Las chicas se acuestan a tu lado sin saber por qué

Cuando abrí la puerta
ella estaba suspendida en el aire
sin prestarle atención a la lluvia
y pensé que las chicas se acuestan a tu lado/ sin saber por qué
había otras mujeres en la postal
hablaban sin escucharse
la verdad no es más que unas cuantas palabras pulcras
dijo la pelirroja
tengo la sensación que está ciudad se va a derrumbar
en un estrépito de polvo y humo
escribió la rubia que tenía en brazos un  perrito
y cerré la puerta
sin dejar de pensar que las chicas se acuestan a tu lado / sin saber por qué


Pasado mañana en Copenhague

Es difícil abrazar una desnudez corrosiva
cuando la nieve no deja de caer
y en la cabeza no deja de repetirse
la imagen del grifo
ella dice que vela por el oro
y yo lo veo trepar a la cama cuando estamos desnudos
dispuesto a devorarnos
justo a la hora en que unos ancianos harapientos
                                                  arrastran unos trineos cerca del Kronprinsen
cuando los trenes se han detenido
                                         y se oyen gitanos al oeste
y una felicidad desconocida nos atraviesa
                  como si hubiese estado estancada
en las páginas húmedas de un diario
y parecen más dulces los duraznos recién sacados de la lata

Gonzalo Riera: Nació en Naschel en 1990. Actulamente trabaja como peón en una estancia de Algarrobo del Águila, en La Pampa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario