miércoles, 11 de mayo de 2011

DESPUÉS DE LOS ESPEJOS


Por Patchu Lucero

Pasa este río como una antigua estrella fugaz. Todavía espero a Laura que me prometió venir. El relativismo del tiempo no es otra cosa que la cadencia de la composición, es la figura rítmica dentro del cuatro cuartos (el mundo está divido en cuatro cuartos) Por los que los minutos esperando a Laura se me hacían eternos.
El sol crujía intentando persuadir las sombras. Laura llegó y me dio por fin el paquete. Era redondeado y del tamaño de una canica grande. Estaba envuelta en una tela medio sucia de algodón azul. Lo tomé con el cuidado que requería. Laura me miraba, deseosa de saber que era el contenido. Por su mirada tuve la certeza que había seguido al pie de la letra las instrucciones. Andá hasta el lago de brea, sin meterte. En el occidente vas a encontrar un bulto de 20 centímetros de circunferencia. Agarralo con excesivo cuidado, y lo guardás en el bolso. Es imprescindible que no lo mires, que no lo abras. Ella lo había hecho sin miramientos. Había sido de una ayuda increíble, no sé si era por ese amor laberíntico que sentía por mí, o por alguna sensación de asistencialismo. Pero para mí solo eran los fantasmas. Luego de ver El Dorado, de ver el último círculo atemporal, ya no había rio, no había tiempo, ya no había música, ni sol.
De a poco fui desenvolviendo el paquete, y ahí estaba, el ojo del tigre blanco, tan azul. Me fui consumiendo en la vorágine de los mares que se desprendían de su retina, abandonando el sol y el tiempo. Nadando hacia otra caverna.

1 comentario:

  1. Me atrajo ese paso a otro sitio que sucede en mitad de una oración.Ojalá la realidad se pareciera a lo que contás-.
    Yanina

    ResponderEliminar