sábado, 27 de octubre de 2012

POEMAS IRRESUELTOS

                                                 Por Ariel Mardone
Ejercicio
¿De quién es ese animal oscuro y travieso que ocultas?
¿Por qué, sin emitir un solo sonido, se hunde en la flor con ojos de abeja
 y dientes de araña?
Viejos de la vigilia no se acuesten más en mi cama.
Viejos de la vigilia no dejen su saliva en la almohada.
Esto no es más que un ejercicio antes de iniciar la escritura.
Algo así como esconder el emblema del mal al pasar por una iglesia.
Algo así como hacer una fogata para esperar el invierno.
Mamá apunta a mi cabeza con una pistola.
Seguro que va a disparar.
Ella dice: habla, hijo, habla, pero nunca separes los claro de lo oscuro,
si lo que quieres es conservar la lengua intacta.
 
Poema Irresuelto
 
  Abismo roto me quedé sin verte del todo, pero decime, qué se puede hacer sólo con el nombre de la estrella, cuando la noche gime dentro del cuerpo de una mujer y las bombas estallan en todas las calles, y la ciudad ha sido sitiada. Es errar el disparo, pensar en el encierro infinito de los días de lluvia cuando venías a visitarme y me dejabas: cuadernos, lapiceras, témperas rojas, algunas pastillas.
Ahora el cambio no es favorable para ninguno de los dos, y el cepo cada vez nos aleja más.
¿Qué haremos con la distancia?
Mamá dice que ese barquito no regresará más.
¿Qué haremos con la distancia?
Todo esto se parece a un poema irresuelto.
Todo esto no es más que un poema irresuelto.
 
21/12

  Las sombras de los caballos muertos cubren la pared derruida. Y el nombre de la estrella es ajenjo. Ardiendo como una gran antorcha, decís y observas con detenimiento tus pechos en el espejo. Yo me cobijo en esa especie de presentimiento que antecede toda inquietud. Mañana será veintiuno de diciembre, si no me equivoco, susurras mientras acaricias el borde de tu sexo. Te afirmas en la ventana y ves los niños jugar en la calle. Hace un rato que no salimos a ninguna parte. No hemos hecho otra cosa que hacer el amor, decís y observas a través del caleidoscopio los días que no están en ninguna parte.
Valparaíso es un gran anfiteatro, tachonado de luces palpitantes, escribiste en alguna parte. Tenía el cabello oscuro como cuervos que atraviesan la noche, escribí en la pared cuando creímos que todo iba a volar por los aires. Pero parece que en esto de los finales, habrá tiempo suplementario.
La radio musita viejas noticias, un tren se aleja silbando a través del desierto, resuenan las sirenas de los barcos, y alguien pregunta por el nombre de la estrella.
El mundo fue edificado en un arrebato diabólico, decís y seguís mirando esos niños que seguramente nos sobrevivirán.
Al llegar la noche a ciegas empezaremos la guerra personal. Sabes bien, que mientras dure este conflicto seguiremos vivos, aunque los días como vos decís no estén en ningún lugar y el final de los finales se retrase hasta después de nochebuena.

Ariel Mardone. Nació en San Luis en 1994. No ha logrado entablar un vínculo emocional con los perros aún, ni ha podido terminar de leer ninguna novela de Balzac. Admira de una manera incondicional a Boris Vian, aunque esto no signifique demasiado.
Fotografía: Thomas Weir.



1 comentario:

  1. las sombras ya no nos espiaran más... las sombras no son mías... quiero tener la revista en mis manos...
    besos ..........Jime...................

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