Todo lo que llaman eternidad
no es más que luz
en la quietud de los días
dónde se nos llueven
los gritos de los que el río
en su calma arrastró.
Así dispuestas
en la inmensidad
toda esas cruces,
pueden alumbrar sin saber
que fue de dios.
El agua entra
en los ojos de la noche
sumerge los párpados
que han visto el mar,
y les entrega la infinitud
que no es más que luz.
Toda esperanza habita
tras una blanca llama,
se revuelca en su salina,
y es en su transparencia
dónde se nublan las almas
que aún no sé nombrar
Nos limitamos a ver
lo que no existe
en la asfixia de la oscuridad
que entra con el permiso de nadie
para cumplir el deseo de la noche.
Todo lo que fuimos
se marcha con la luz
y sólo nos queda
el consuelo
de una manos abiertas
sacudiendo la luna.
Como encontrarme
en este cielo
donde se caen las palabras
de los que el alba durmió.
Como desnudarme
en este deseo final
que con ojos blancos
mira el milagro
sin cumplir.
M.G.Freites
domingo, 21 de marzo de 2010
SON FANTASMAS QUE SE BATEN ENTRE SÍ
Iré a casa cuando el mundo se cierre,
llevaré el olor de las ciudades
en mi vieja piel
aún sin mudar,
y una flor
para asesinar los recuerdos
que aún respiran.
El ladrido de algún fantasma
avisará de mi presencias,
y mis juguetes
aturdidos por los gritos
de los que se fueron
correrán a encontrarse
con mi sombra.
Este camino
para llegar a la casa
dónde mi infancia
aún sigue viva
se parece al cielo
que abandoné,
y toda esta gente sin rumbo,
ha visto lo que no podía ver.
Puedo adivinarlo
en esos ojos
que miran hacia atrás,
abiertos a la tempestad,
sin lugar para el sol.
A lo largo de la noche
son fantasmas
que se baten entre sí,
camino al cielo
dónde voy a arrojarme
en el aullido
de todos los muertos
que ya no reconocen
la distancia.
M.G.Freites,
llevaré el olor de las ciudades
en mi vieja piel
aún sin mudar,
y una flor
para asesinar los recuerdos
que aún respiran.
El ladrido de algún fantasma
avisará de mi presencias,
y mis juguetes
aturdidos por los gritos
de los que se fueron
correrán a encontrarse
con mi sombra.
Este camino
para llegar a la casa
dónde mi infancia
aún sigue viva
se parece al cielo
que abandoné,
y toda esta gente sin rumbo,
ha visto lo que no podía ver.
Puedo adivinarlo
en esos ojos
que miran hacia atrás,
abiertos a la tempestad,
sin lugar para el sol.
A lo largo de la noche
son fantasmas
que se baten entre sí,
camino al cielo
dónde voy a arrojarme
en el aullido
de todos los muertos
que ya no reconocen
la distancia.
M.G.Freites,
EL PRESAGIO
Como la gran Babel
se yergue en la infinita construcción
hasta que la siniestra Inteligencia
decida detener
soberana omnipotencia,
fundamentada
en pliegos de la nada.
Y verán que muchos,
que no miles, sino millones
adherirán en semejante obra
para exponer sus vidas y
difamar las otras,
mientras sus caras se ocultan
por la nada.
¡Ay de sus confianzas!
De sus proyectos izados…
Cuando se destruya
la gran máquina
el esfuerzo y la memoria
se perderán en la nada.
Como la gran Babel
que dice llamarse Internet,
se derrumbará para aplastar aquellos
que alimentaron una Ilusión
en la virtualidad
de lo que nunca fue.
Autor: Darío Arístides Molina – “Píndaro”
sábado, 20 de marzo de 2010
EL DESEO CUMPLIDO DE LA MUERTE
Aquí estoy sin saber que decir,
como si el silencio, la lluvia
y ese cielo que dejó atrás,
llegaran hasta mí,
hasta mi cama que naufraga.
Un silencio oscuro
azota todas mis sombras,
las oculta
en los viejos muebles.
Ellas se esconden
aterradas,
sin saber que estoy aquí,
sin saber que decir, sin poder escribir,
con la mirada fija
en el cumplido deseo de la muerte.
M.G.Freites
como si el silencio, la lluvia
y ese cielo que dejó atrás,
llegaran hasta mí,
hasta mi cama que naufraga.
Un silencio oscuro
azota todas mis sombras,
las oculta
en los viejos muebles.
Ellas se esconden
aterradas,
sin saber que estoy aquí,
sin saber que decir, sin poder escribir,
con la mirada fija
en el cumplido deseo de la muerte.
M.G.Freites
viernes, 19 de marzo de 2010
UNA TARDE CON ALMADA
-Esta es la última vez que me mata los pollos, dijo Almada mientras servía un poco de vino de la botella verde de plástico.
Afuera los coyuyos con su chillido incendiaban la tarde. Tomé un sorbo de vino, y sentí asco. Almada al ver mi cara de repugnancia, amago una leve sonrisa y sin mirarme dijo:
-Aún estás fresco, para la sangre de burro.Por la radio sonaba una ranchera llorona, y un locutor de voz pastosa interrumpía la música para anunciar una fiesta.
Durante un rato nos quedamos en silencio mirando por la ventana como el sol iba apagándose tras el follaje oscuro de los cipreses. Luego Almada me contó como se había hecho del perro.
-Me lo trajo el doctor Ansaldi. Es cruza con labrador. Vino cachorro. Travieso, lo hubieras visto. Parecía un resorte. Se lo lleve un tiempo al Pitanga, cuando me fui a trabajar al aserradero de Las Lajas. Lo habrá tenido casi un mes. Le mató una gallina que tenía echada. Se enfureció el Pitanga. Le dio una paliza, y lo trajo para acá, de vuelta. Cuando volví lo encontré atado ahí en el algarrobo. Apenas lo largué me mató la Candelaria. ¿Te acordás de la gatita negra con patas blancas que me dio tu tía? Esa. Estaba preñada. La despanzurró. Hace un mes me mató los pavitos, y ahora los pollos. Los hubieses vistos. Con lo que me costó criarlos. Me da tanta rabia.
Se quitó las alpargatas, y se calzó unos botines viejos de construcción.
-Lo vamos a llevar a que se junte con el doctor Ansaldi, dijo y salimos al patio. Estaba anocheciendo. Almada desató el perro, y tirándolo de la cadena tomo camino por un sendero angosto que se metía al monte.
- Agarrá ese alambre fardo, y acompáñame.
- ¿Lo vas a ahorcar?
- No, lo voy a acollarar con el doctor Ansaldi.
Caminamos Almada, el perro y yo, hasta que dimos con un claro en el campo, dónde se alzaba inmenso al cielo un tala
-¿Podés ir a la casa a buscar una soga? En el cajón que hay debajo de la mesa, hay una verde de plástico.
Le hice caso, y me dirigí a casa. No alcancé a volver, porqué cuando iba saliendo de la casa con la soga me encontré con Almada solo.
-Ya no hace falta pibe, dejala ahí nomás.
- ¿Y el perro?, pregunté
-¿Querés ir atrás a ver como están destrozados los pollos?
-No.
- Siempre uno cree que va a utilizar más cosas de las que lleva, pibe. Ese es el problema de ser viejo, no darse cuenta que uno puede arreglarse con lo mínimo.
Entramos a la casucha nuevamente. En un lavatorio de plástico se lavó las manos. Buscó entre los estantes una botella de vino. Arrimó la silla a dónde yo estaba y encendió la televisión. La noche se había cerrado, hermética, en torno a la casa, y el calor continuaba, sofocante. El conductor del programa de noticias anunció una pausa comercial. Almada se sirvió un vaso de vino. Vi en sus botines una mancha espesa de sangre. Un coágulo. Por la T.V pasaron un anuncio comercial de una 4x4.
-En una así se mató Ansaldi, dijo, tomó un trago de vino y se limpió la boca con el puño mugriento de su camisa.
UN RELATO ERÓTICO CASI EMO
LA CHICA DE LA TANGA DE ORO
Ruben.R.Almada “Jasmine Rouge ”
Ha llegado Ivana a casa. Los perros le lamen sus blancas piernas, y ella suelta una risita frágil, que parece un arrullo. Sus dientecitos brillan a través de los labios entreabiertos. Viste de domingo: blanca blusa, falda negra y zapatos de tacón que se hunden en la tierra blanda. Mi hermano está feliz, la besa en las mejillas, le acaricia la melena, y le pregunta por su novio:
-Nos peleamos hace un mes, era un idiota, dice por lo bajo y los ojos de mi hermano parecen encenderse en ligeros fogonazos de felicidad.
La tarde nublada parece inmóvil tras los árboles. Una hoja cae a sus pies. Por todos lados cuelgan sabanas húmedas, jeans mojados, y el vino se agua con un trozo de limón, dentro de la jarra de plástico naranja.
-¿Ariel, quien es la mina que está viviendo al lado?, me pregunta Papá.
-Una cualquiera debe ser, contesta Ivana, para colgar las tangas a la vista de todos. Por favor.
Callamos. El verano es un girasol marchito, sin pétalos ni aroma. La radio transmite un partido entre River y Unión de Santa Fé. Darío Cabrol, el número diez de los santafecinos casi hace un gol olímpico. Desde el living el deseo se anticipa en la mesa prolijamente servida. Una botella de Coca-cola roja y plateada, resplandece sobre el mantel cuadriculado, Carozzi.
No habíamos tenido noticias de Ivana, desde el verano pasado cuando fui de vacaciones con mis tíos a la costa. Acabábamos de cumplir quince años. Íbamos de un deseo a otro abriendo ventanas, cuerpos que nadie se preocupa en cerrar. La música no dejaba de sonar por todos lados. Boys and Girls de Blur. Ordinary World, de Duran Duran. Ese era nuestro palo. También Los Redonditos. En la disco ponían a Los Ratones. Recuerdo la noche en que salimos a bailar y regresamos borrachos en taxi al hotel. Ivana me miraba fijo, y chasqueaba su lengua bífida. Llovía. En su cartera llevaba una pistola de agua, un porro y un absurdo consolador. El taxista mascaba un chicle bazooka y echaba una miraba por el mirror retrovisor, preguntándose por el nonsense de la situación. Dos pendejos con una calentura bárbara, metiéndose mano. Después terminamos tirando en mi habitación. Pusimos el colchón en el piso para no despertar a mi hermano con quien compartía el cuarto. Días después mi hermano me confesó que había visto todo, y que bajo las sabanas se pajeó hasta morir, mientras nosotros la poníamos. A la mañana siguiente vino el novio de Ivana, un rugbier y se la llevo en su moto a otro balneario.
Ahora papá me pide que acompañe a Ivana al cuarto de huéspedes, y le ayude a subir las valijas .Nuestras miradas se cruzan, rabiosas de deseo perro. Un mechón rubio cae por su frente impura, y se mece con la brisa. Cuando se pone a desempacar le miro el culo. Es un culo en pleno crecimiento, pícaro, sugerente. Pienso sin dejar de mirarla, que quiero poseer ese culo, disciplinarlo, moldearlo. Mientras miro su culo voy minando mi mente de perversiones. Y así empieza a girar la rueda-simbolo de mis perversiones- la rueda que atasca mis buenos pensamientos, bajo un cielo raso que gotea cristales de sudor.
El reloj se adormece ya sin horas desde el patio llega la voz de mamá llamándonos a comer.
Por un momento reina la confusión de una edad muerta a palos, dónde todos los hechos se aventuran a desmentir nuestras teorías.
El ruido que emiten las aletas del ventilador se parecen a un aleteo moribundo, digo y ella se da vuelta, regalándome una sonrisa.
Nos sentamos a la mesa. Hugo cuenta por decima vez, la historia de su hermano Ramón que el verano pasado se fue de viaje a Miami. El año que viene vamos a ir con mi mujer y los niños, dice Hugo. Ivana dice que Disneyworld es una mierda. Cuando cumplió quince fue con unas amigas y se aburrió enormemente. Hugo afirma que los dibujos animados de Disney son totalmente inofensivos, por qué no hay violencia, ni referencias políticas. Ya no se hacen dibujitos de ese estilo, dice Carmen la mujer de Hugo. Ivana me roza con su zapato la pierna, y me pide que la saque, que la lleve lejos de estos viejos absurdos y aburridos.
Vamos a mi cuarto a mirar videos en MTV. Están pasando uno de Red Hot Chili Pepper. Ella tararea la canción mientras acaricia con la yema de sus dedos mis piernas. Por primera vez, en mucho tiempo al sentir sus caricias me siento en paz conmigo mismo. Pienso en mi destino, en que después de todo, sea algo sencillo como acostarme con Ivana, penetrarla sin haberla amado nunca. Sujeto sus manos, las acaricio suavemente, ella responde con un beso. Recorre con la punta de su lengua la comisura de mis labios. Me mordisquea traviesamente mientras me acaricia el vientre hasta rozar con sus largas uñas mi cuello. Respondo estrujando sus pezones a través de la remera, y ella suspira, se entrega, balbucea cosas incoherentes. Busco algún recuerdo en mi memoria electrizada, y no encuentro nada, no encuentro nada en mí. Oigo los latidos de su corazón, a través de sus pechos que se agrandan, y se agrandan, hasta convertirse en tetas colosales que desbordan de placer. Sigo los latidos como quien persigue el son de un tambor en la arena caliente. Ella me clava los dientes en el cuello, y tira con fuerza. Siento un chispazo de dolor en mi cerebro, los oídos parecen sangrar. Ella ríe enloquecida, con los labios llenos de sangre. Le estoy dando por atrás, con fuerza, con rabia, domando ese culo que me ha quitado el sueño, arañando su espalda. Ivana, gime con la boca torcida, mientras vocifera un rosario de insultos.
Cuando el sol de la tarde, se pone en la ventana, reflejándose en el cristal, reúno todas mis fuerzas, invoco mis demonios, y eyaculo sacando el miembro, derramando el semen espeso en sus nalgas. De su boca afloran bocanadas de vapor que titilan, y yo dejo de embestir contra su cuerpo, falto de aire, falto de pudor.
Alguien desde la cocina , nos llama a tomar el té. Ella me mira con una sonrisa cómplice, y tras vestirse con rapidez sale arreglando su pelo. Yo me quedo en silencio, observando con la vista perdida, el hueco por el que las sombras con imprudencia empiezan a entrar a mi cuarto.
martes, 9 de marzo de 2010
HOTELES
Lo peor de los espejos es esa obsesión tan mía, qué ve más allá, pero que ya no te reflejan.
Lo peor de la distancia es que la siento más de lo que es, el conocer el valor real de los kilómetros, la noche de sopa del invierno, como único sustento.
Lo peor es saber que hoy regresé de otra ciudad (tu ciudad) y aun siento el aguijón, donde solo vos conocés lo que me mata y me hace bien.
Sólo me queda salir de noche y reservarme en una habitación de Hotel por calle Gutiérrez, pedir una cerveza y a esperar que crezcan los párrafos, en el musgo del insomnio.
Entonces, lo que compete a mis noches es el regreso no la estadía y el recuerdo del Hotel Buenos Aires y un amanecer gris…la espera en vela y en la cama, las gotas para dormir y el humo para soñar, las religiones muertas del deseo disecado.
Es por esto y mucho más que el gran enigma es qué hay más allá de este agónico diciembre, donde los días queman almanaques, si hay un despertar juntos o durmiendo en una cama, con soledades de una plaza.
Tal vez solo sean cartas que te escribe la nostalgia, las que te den las noticias de lo diario sinsentido pasajero…
Y recuerdo en cierta mesa de cierto bar de cierto pueblo cuando imaginamos jugando (vos, no yo) y borrachos treinta y tres años. Yo; por mi parte, te dije que a mi lado, pero resulta que vos no imaginás otra ciudad…
Tal vez (supongo) es por eso que hemos transitado los meandros de nuestras vidas, sabiendo que debe ser “hoy” y quizás “mañana”. ¿Y sabés qué? Yo tengo miedo de que no haya mañana porque a pesar de todo algo me lleva a vos…
A veces imagino, Gurrumina mía, lo que un ciego tiene ganas de volver a mirar y tengo ganas de que empecemos a mirar en una misma dirección.
Pero la guerra fría comienza cuando negociamos un nuevo regreso, este volver a dar las cartas que barajan los años, estos momentos de tachones y cuadernos y depresiones y este Patio por fin conocido…
Será por esto que te miro mientras dormís y es para llevarme frazadas para el invierno del próximo Enero. Por esto es que te despierto y es para llevarme ese momento a este híbrido presente.
Yo ansío la tranquilidad real de tu presencia, el espejo poniéndose tus aros, el correr del agua en el baño, el estuche de tus lentes en el gabinete, los vasos devenidos en ceniceros y el sonido de tu voz en el colchón pidiendo un rato más. Yo lo ansío, porque te amo.
Mariano Pareti
09/12/09 Tarde en Mendoza
Fotografía: El Silencio, Film de Igmar Bergman.
Lo peor de la distancia es que la siento más de lo que es, el conocer el valor real de los kilómetros, la noche de sopa del invierno, como único sustento.
Lo peor es saber que hoy regresé de otra ciudad (tu ciudad) y aun siento el aguijón, donde solo vos conocés lo que me mata y me hace bien.
Sólo me queda salir de noche y reservarme en una habitación de Hotel por calle Gutiérrez, pedir una cerveza y a esperar que crezcan los párrafos, en el musgo del insomnio.
Entonces, lo que compete a mis noches es el regreso no la estadía y el recuerdo del Hotel Buenos Aires y un amanecer gris…la espera en vela y en la cama, las gotas para dormir y el humo para soñar, las religiones muertas del deseo disecado.
Es por esto y mucho más que el gran enigma es qué hay más allá de este agónico diciembre, donde los días queman almanaques, si hay un despertar juntos o durmiendo en una cama, con soledades de una plaza.
Tal vez solo sean cartas que te escribe la nostalgia, las que te den las noticias de lo diario sinsentido pasajero…
Y recuerdo en cierta mesa de cierto bar de cierto pueblo cuando imaginamos jugando (vos, no yo) y borrachos treinta y tres años. Yo; por mi parte, te dije que a mi lado, pero resulta que vos no imaginás otra ciudad…
Tal vez (supongo) es por eso que hemos transitado los meandros de nuestras vidas, sabiendo que debe ser “hoy” y quizás “mañana”. ¿Y sabés qué? Yo tengo miedo de que no haya mañana porque a pesar de todo algo me lleva a vos…
A veces imagino, Gurrumina mía, lo que un ciego tiene ganas de volver a mirar y tengo ganas de que empecemos a mirar en una misma dirección.
Pero la guerra fría comienza cuando negociamos un nuevo regreso, este volver a dar las cartas que barajan los años, estos momentos de tachones y cuadernos y depresiones y este Patio por fin conocido…
Será por esto que te miro mientras dormís y es para llevarme frazadas para el invierno del próximo Enero. Por esto es que te despierto y es para llevarme ese momento a este híbrido presente.
Yo ansío la tranquilidad real de tu presencia, el espejo poniéndose tus aros, el correr del agua en el baño, el estuche de tus lentes en el gabinete, los vasos devenidos en ceniceros y el sonido de tu voz en el colchón pidiendo un rato más. Yo lo ansío, porque te amo.
Mariano Pareti
09/12/09 Tarde en Mendoza
Fotografía: El Silencio, Film de Igmar Bergman.
domingo, 7 de marzo de 2010
EL OTRO QUE HAY EN MÍ
Nunca entenderás el otro que hay en mí. Ese ser extraño y singular que carcome lentamente mis pies cuando estoy aprendiendo nuevamente a caminar.
Yo construyo; él, se deleita en el Caos que me provoca cada noche. A veces pienso que me veo afectado a punto tal, que he considerado matarlo; pero, nos mataría a los dos al punto.
Mi albedrío está cercado por los límites que este personaje gótico me impone. Su reino es el Patio de casa y es allí donde corre y se divierte, donde trama eficazmente mi desdicha, conviviendo con los fantasmas del pasado. Como dije, él vive en el Patio, donde poda los cipreses y riega las petunias. A ciertas horas de la noche trato de escuchar del otro lado del muro. Cuando vienen visitas miro de reojo temiendo con angustia de que alguien vaya a la parte trasera de casa. Oculto, tristemente, su existencia pero también creo que es negarme a mí mismo.
A veces lo entiendo y pienso que él tampoco eligió su suerte y que es semejante a Asterión y que el destino lo confinó ahí. Y la causante fue su Madre…
Por eso también creo que desconozca la felicidad o al menos rechazarla. Él no tolera la idea de una nueva pérdida.
No voy a negar que pasáramos tardes de café y licor. Y lo observo (ya treinta años de esto) y medito cuando será el día en que desee ver el sol. Pero lo ignora, por eso no lo desea.
Mientras él me ayuda a tejer este nuevo relato, al mismo tiempo, muy sutilmente, desteje las relaciones que trato de nutrir. También debo decir que jamás lo he odiado. Solo siento una rara mezcla de pena y melancolía. Pena, porque es el guardián de mi centeno. Melancolía, porque hay alguien más que se aleja…
Entonces, mi vida se debate en reflexiones amargas cada día. Yo, por mi parte, debo volver al Patio y cuidarlo para que no salga como anoche.
Mariano Pareti
Yo construyo; él, se deleita en el Caos que me provoca cada noche. A veces pienso que me veo afectado a punto tal, que he considerado matarlo; pero, nos mataría a los dos al punto.
Mi albedrío está cercado por los límites que este personaje gótico me impone. Su reino es el Patio de casa y es allí donde corre y se divierte, donde trama eficazmente mi desdicha, conviviendo con los fantasmas del pasado. Como dije, él vive en el Patio, donde poda los cipreses y riega las petunias. A ciertas horas de la noche trato de escuchar del otro lado del muro. Cuando vienen visitas miro de reojo temiendo con angustia de que alguien vaya a la parte trasera de casa. Oculto, tristemente, su existencia pero también creo que es negarme a mí mismo.
A veces lo entiendo y pienso que él tampoco eligió su suerte y que es semejante a Asterión y que el destino lo confinó ahí. Y la causante fue su Madre…
Por eso también creo que desconozca la felicidad o al menos rechazarla. Él no tolera la idea de una nueva pérdida.
No voy a negar que pasáramos tardes de café y licor. Y lo observo (ya treinta años de esto) y medito cuando será el día en que desee ver el sol. Pero lo ignora, por eso no lo desea.
Mientras él me ayuda a tejer este nuevo relato, al mismo tiempo, muy sutilmente, desteje las relaciones que trato de nutrir. También debo decir que jamás lo he odiado. Solo siento una rara mezcla de pena y melancolía. Pena, porque es el guardián de mi centeno. Melancolía, porque hay alguien más que se aleja…
Entonces, mi vida se debate en reflexiones amargas cada día. Yo, por mi parte, debo volver al Patio y cuidarlo para que no salga como anoche.
Mariano Pareti
ESCUERZO
Sin asco uno de los dos debe reventar
como un escuerzo, querido.
Es la cruz quien selló esta suerte.
Todo ha sido desmesura.
Fuimos gigantes.
Ahora ya nuestros brazos no sostienen el peso de la gran pared.
Se derrumbó.
Dos ilusos hundidos en las ruinas de su desolación.
Eso somos, mi querido amigo.
sin asco debe reventar.
como un escuerzo, querido.
Es la cruz quien selló esta suerte.
Todo ha sido desmesura.
Fuimos gigantes.
Ahora ya nuestros brazos no sostienen el peso de la gran pared.
Se derrumbó.
Dos ilusos hundidos en las ruinas de su desolación.
Eso somos, mi querido amigo.
Chongo mío, hemos fornicado amargamente sin fe.
El sexo entorpecido, húmedo y sucio, entra y sale.
El sexo entorpecido, húmedo y sucio, entra y sale.
Somos parte de la inercia.
Es tan siniestro jugar a quererse
cuando uno de los dossin asco debe reventar.
sábado, 6 de marzo de 2010
EL CALOR DEL HOGAR
Tu amor está dentro de un jarrón donde la abuela es polvo, y caminar es lo que te impulsa a morir.
La noche en que olvidaste la desnudez, y Genette pobló tus párpados por primera vez, todavía estabas un poco ebrio.
La noche anterior te habías masturbado mientras pensabas en el texto de Goodman que te faltaba leer, no te afeitaste porque la guita para la mercadería del super, estaba abierta en la página 33 sobre la mesa de luz.
Un wiskhy barato y un atado de cigarros. Caíste a el pozo y no quisiste salir. Encontraste al Jorge que todos llevamos adentro, esa tarde cuando te cansaste de ser líquido y te fuiste al deshidratado.
Ahora soñás ser Marcos, caminas por la ciudad, los faroles te guiñan, te entretenés con cualquier muerte, pensás que vivir es jugar a hundir su lengua con la tuya, patear una latita sin importar el ruido, acariciar sus pezones, mirar sangrar ángeles, fumar un cigarro mientras ella te derrite en tu placer, dejar gotear el tiempo, quedarte solo, lastimar tu alma, arrancar sus párpados, inventar un dios de cartulina que te condene y decir "paso" a cualquier prostituta que lama tu cuello.
Tal vez me encuentres en el fondo, los cuervos se habrán cansado de arrancarnos la piel, habremos gastado la oscuridad y el yugo en tu mirada. Reinoso y Almada también estarán ahí, el lucho con una mina entre sus brazos flacos, las paredes apestadas de su sexo, la dignidad encarnada en el culo de algún careta, la mina espantando demonios con el vaivén de su pie y el lucho escribiendo un poema entre sus pechos que nunca nadie leyó.
Walpurgis ni San Jorge llegaron. Píndaro estará dándole tutorías a Ceferino Namuncurá. El dedo se las habrá ingeniado para quedarse, seguramente al frente de un banco y esperándolo el perro Bobi y la gorda haciendo las ensaladas. Y yo acá, con los tímpanos sangrando por el rock and roll, con el olor a mierda hasta el cuello, la sonrisa dispuesta ante cualquier calamidad, con su figura tallada en mis manos, con el cuchillo que esa chica olvidó enterrado en mi pecho.
Patchu Lucero,
San Luis, 6 de febrero del 2010
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