domingo, 6 de mayo de 2012

DISTINTAS FORMAS DE RECIBIR UN GRITO

        Por Diana Marzotti

Ahora leo los cuadernos negros de R., el amigo que vislumbró la muerte antes que todos nosotros, que se acostó con ella, mientras la nieve caía y el viento ululaba entre los pinos que con paciencia había dibujado. Escribía por arrebatos, metido en su cama durante la noche. Sabía que al final, ella lo estaría esperando y sería implacable.  
Antes hubo acontecimientos, algunos ya mencionados, otros apenas sugeridos como el de la muchacha desaparecida. 
Todo acontecía, sin que nadie tuviera el control, era como si de pronto los hilos que sujetaban las cosas se hubiesen cortado, o como si una fuerza invisible y demoníaca tomara posesión de todo lo que nos rodeaba.
R, era el  ángel exterminador que atormentado vagaba por el campo abierto a la perdición, minado de desgracia, mientras escribía y escribía en el cuerpo de la chica  muerta . 
*** 
Salimos por la mañana queriendo olvidar todas las flores y floreros y jardines, con la cara sin lavar hacia la calle dónde no había nadie, salimos creyendo escapar de una casa que se derrumbaba cada mañana, que se encogía cada vez que despertábamos. Algo ya nos empezaba a pesar. Siempre suele ser así. 

***

Puede que con unas cuantas piedras empiece la próxima guerra y dos o tres persistan en la obstinada idea de que la mejor manera de hacerse fuerte es a través de la paz, y hagan sentadas en medio de los escombros, y con resignación reciban los balazos; pero en medio de los desmanes, cuando todo esto se vaya consumiendo en unos cuantos reventones, yo les advierto, sin ánimo de desanimarlos, formaré parte de los desertores, de los que se encargan al final de la guerra de echarle un poco de tierra a los muertos.
*** 
Supe de relámpagos mientras esperaba la merienda. Sin pensar en los hombres que van a tomar posesión. Lentamente he logrado deshilachar toda la sábana  y con los pies he seguido el ritmo de las máquinas que durante toda la tarde han estado demoliendo escombros, buscando cuerpos después del terremoto. Desde el fondo la mucama trajo la bandeja reluciente, sirvió pan y uvas frescas, mientras por la radio declaraban el estado de sitio y yo no dejaba de pensar en tormentas.
Diana Marzzotti. Nació en Villa Mercedes, San Luis en 1992. Actualmente  reside en Cañada de Gómez, Santa Fe. Tiene en preparación un libro de poemas titulado "Apuntes ligeros". 
Fotografía: J.J.Reynoso.

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