Por Diana Marzotti
***
Ahora leo los
cuadernos negros de R., el amigo que vislumbró la muerte antes que todos
nosotros, que se acostó con ella, mientras la nieve caía y el viento ululaba
entre los pinos que con paciencia había dibujado. Escribía por arrebatos,
metido en su cama durante la noche. Sabía que al final, ella lo estaría
esperando y sería implacable.
Antes hubo
acontecimientos, algunos ya mencionados, otros apenas sugeridos como el de la
muchacha desaparecida.
Todo acontecía, sin
que nadie tuviera el control, era como si de pronto los hilos que sujetaban las
cosas se hubiesen cortado, o como si una fuerza invisible y demoníaca tomara
posesión de todo lo que nos rodeaba.
R, era el ángel exterminador que atormentado vagaba por
el campo abierto a la perdición, minado de desgracia, mientras escribía y
escribía en el cuerpo de la chica muerta
.
Salimos por la mañana
queriendo olvidar todas las flores y floreros y jardines, con la cara sin lavar
hacia la calle dónde no había nadie, salimos creyendo escapar de una casa que
se derrumbaba cada mañana, que se encogía cada vez que despertábamos. Algo ya
nos empezaba a pesar. Siempre suele ser así.
***
Puede que con unas cuantas piedras empiece la próxima
guerra y dos o tres persistan en la obstinada idea de que la mejor
manera de hacerse fuerte es a través de la paz, y hagan sentadas
en medio de los escombros, y con resignación reciban los balazos; pero en medio
de los desmanes, cuando todo esto se vaya consumiendo en unos cuantos
reventones, yo les advierto, sin ánimo de desanimarlos, formaré parte de los
desertores, de los que se encargan al final de la guerra de echarle un poco de
tierra a los muertos.
***
Supe de relámpagos mientras esperaba la merienda. Sin
pensar en los hombres que van a tomar posesión. Lentamente he logrado
deshilachar toda la sábana y con los
pies he seguido el ritmo de las máquinas que durante toda la tarde han estado
demoliendo escombros, buscando cuerpos después del terremoto. Desde el fondo la
mucama trajo la bandeja reluciente, sirvió pan y uvas frescas, mientras por la
radio declaraban el estado de sitio y yo no dejaba de pensar en tormentas.
Diana Marzzotti. Nació en Villa Mercedes, San Luis en 1992. Actualmente reside en Cañada de Gómez, Santa Fe. Tiene en preparación un libro de poemas titulado "Apuntes ligeros".
Fotografía: J.J.Reynoso.
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