Por Patchu Lucero
Las bolsas están volando. Se enredan entre ellas, se burlan de los efectos gravitatorios y vuelan. Recorren metros y metros hasta posarse en una esquina desgarradas por las ramas. Luego de levantar vuelo, una bolsa sabe que no será la misma, que cuando el viento cese, se desplomará en tierra, sangrante por tajos insolventes, desecha, y será basura, olvidada por los usureros, utilitarismo falaz, un empirismo olvidado. Ya no será una bolsa que llenarán.
Berenice arrastraba los pies mientras caminaba por la rivera. Las luces se reflejaban en la oscuridad inquieta y los cazadores de romanticismo de manual colocaban sus cámaras fotográficas frente al rio. Berenice, tenue y recíproca, no tenía un después. Con una cartera (con toallitas, un espejo roto, un monedero con $10 en monedas, y dos servilletas con frases de Baudelaire) arrastraba los pies de arena, mientras pensaba en las bolsas. Manuel era de plástico demasiado pesado para volar, con sus fiestas de poco alcohol y mucha estupidez.
Berenice susurraba Et je I`at trouvée amère sin saber lo que decía, y pensaba en las bolsas. Carmen, la amiga y sus eternos después. Primero su novio que le hablaba de Venecia y la caridad en África mientras pagaba la cuenta del café en Habana y le miraba el culo a la camarera. Primero la salida con las amigas que sueñan ser bailarinas de Tinelli... Máscaras con etiquetas.
Berenice estaba cansada del silencio estrepitoso. Et je I`at trouvée amère. Revisó los bolsillos y encontró una canica que un delirante le había regalado. Sonrió. La falta de lógica conlleva a estados insostenibles, carestía de objetivos, le había dicho esa tarde, recordó al delirante serio, y abriendo los ojos le respondió: La vida es una bolsa de nylon en pleno vuelo, si no te subís sos un caño de PVC lleno de mierda.
Un joven se paró a su lado ¿Tenés hora? le preguntó, Berenice miró el reloj de las horas. Si, las dos de la tarde. El joven se quedó perplejo en medio de la inminente noche. Berenice volvió a sonreír. Cansada de los caños de PVC. Se sentó frente al puente del Howard Jonson mientras en su cabeza se dibujaba Manuel cuando contento con el uniforme de estudiante de policía golpeó la puerta de su casa. Con su corte a la americana le contaba a la familia de Berenice como había aprobado el ingreso. Había corrido cuarenta minutos sin parar, había hecho cien lagartijas y después había desarmado y armado una 9 mm en 20 minutos. El papá de Berenice lo miraba satisfecho, contento que su sangre se prolongue en los caminos de la ley y la moral, mamá había dejado las cuentas del rosario y sonriente escuchaba a Manuel.
Berenice miró un murciélago que revoloteaba inquieto sobre el rio. Manuel, Carmen, su papá, su mamá, el quiosquero, los profes, todos caños subterraneos al servicio del drenaje. Ella quería ser una bolsa. Et je I`at trouvée amère “¿Cuánto hace que no hacen el amor?” las palabras revoloteaban, se mezclaban con la idea de la Maga parada en medio de un zaguán sin nada. No quería volver, con un sermón lleno de moral, con una cama que se convertía en contición, con un té lleno de reproches, con una facultad de lógicas domésticas. Ella quería saber eso de subirse, de ser una bolsa de nylon en pleno vuelo.
Y entonces, como enviado por un motor llegó el viento pujante “contá conmigo para el viaje, pero no esperes que me quede”, tocó su hombro, “Cuántas estrellas hay que contar antes de saber que estamos vivos”, y le arrancó un gemido.
Nada puede ser más fácil que ser una bolsa de nylon en pleno vuelo.
Arte: Roy Lichtenstein
Patchu:
ResponderEliminarantes de ayer, o antes de eso, miraba con asco unas fotos de los palmares de Formosa durante el atardecer... es la postal impuesta de mi provincia, supongo que en cada provincia habrá una postal semejante. no sabía como calificar a los fotógrafos facilistas, hasta ahora: "cazadores de romanticismo de manual". lúcidas observaciones. excelente texto. Federico Torres
cuantas veces deseamos ser lo que no somos...ser una cosa simple de este mundo para evadir la realidad impuesta... al fin y al cabo en realidad somos tan insignificantes en este universo, solo que nosotros nos creemos infinitamente importantes...
ResponderEliminarExcelente patchu!!!... Siempre es un gusto leer sus escritos!!.. La profundidad a traves de la simpleza y la vulgaridad...
saludos!!
Ferr Ayala!
Señor Patchu:
ResponderEliminarBrindo por los intrépidos que hoy están tristes, por los vagabundos que se creen perdidos, por los rebeldes que están resignados, por los seguidores que timidamente poseen el secreto. Que sigan siendo polizones ocultos entre los pliegues de la pesadilla colectiva. Que nunca los encuentren , que siempre lleguen a tiempo o que no exista el tiempo, para que puedan llegar.
Abrazos, Fernando.
Señor Patchu usted es un cirujano, los demás son obstetras. Salud.
ResponderEliminarFer.