martes, 14 de septiembre de 2010

RETRATO PRIMAVERAL CON MARIPOSAS

 Por: Marcos Freites
 
No el peso de una hoja descompuesta que planea sobre el agua estancada sino la levedad de los renacuajos- dice Fátima, mi hija. Estamos sentados sobre el muro agrietado de una cisterna y yo aprovecho para que me susurre algo sobre la gravedad, con esa delicadeza de las chicas pop que embellecen hasta lo nauseabundo con solo nombrarlo.
-¿ Podría existir una gravedad luminosa?
- La de un guijarro impactando en el agua quieta mientras reverbera el sol de la siesta entre la oquedad de una nube.
La inspiración de mi hija contrasta con el aspecto de un sapo verdoso que emerge amenazante entre las totoras. Sobre su loma resplandecen unas manchas oscuras y grotescas. Lunares batracios, papá, murmura Fátima, y con sus manitos delgadas recoge de la superficie una florcita rosada. Pienso en los durazneros que vimos río arriba durante una excursión el otono pasado. Cuando regresamos a casa Cecilia, una amiga de la familia le enseñó a Fati a dibujarlos cubiertos de nieve como ella los había imaginado hace años cuando su sombra era aún más diminuta.
-¿Tiene algún sentido esa flor cubierta de hielo?
- Papá, no todo debe significar algo es simplemente una flor desprendida por los besos apasionados que le da el viento.
El sapo desaparece de escena, y el sol se derrumba tras los sauces. Fátima se pone de pie y corre hasta unas rocas inmensas que emergen del río, abriendo los brazos como si imitara el vuelo de una mariposa.
Mi esposa dice que Fatima es una mariposa, sobre todo por loq ue estos insectos simbolizan. Una transformación radical y a la vez etérea es el único ser viviente capaz de cambiar por completo su estructura genética durante el proceso de transformación: el ADN de la oruga que entra al capullo es diferente al de la mariposa que surge.
Cuando nació Fatima, juro que esto es real, una mariposa monarca se poso sobre la ventana de la sala de hospital. Era un día soleado de septiembre, el parto se había adelantado y casi nace en el ascensor. Recuerdo que con mi mujer teníamos un libro de poesía japonesa como amuleto, y en las últimas páginas había una suerte de  haiku que describía el vuelo de una mariposa: "Dos alas juegan/suben y bajan aire/ beben silencio." Muchas veces he pensado que esas tres líneas definen el andar de Fatí, una niña que parece levitar entre la inercia del mundo.



 

3 comentarios:

  1. No me gustó para nada este texto muy livianito, muy transparente, además es estúpido imaginar una hija que se parezca a una mariposa. Cuando no hay nada bueno mejor no publicar.
    Chica Zen

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  2. Encuadre de un retrato, de un momento entre un padre y una hija con ápice de mariposa. Simpática y adorable Fátima que heredó la misma forma poética de expresarse que el padre.
    Un relato realista mágico, un diálogo inusual, una relación familiar tripartita encadenada, compartiendo el mismo ADN. Se podría interpretar como el relato realizado por una familia de insectos, no sé qué más decir, ME ENCANTÓ, se vino a mi mente, Kafka, Mark Ryden y Lewis Carroll, algo hay, algo hay de ellos. Ese paisaje entre lugar ameno y hostil, esos insectos que se vuelven gigantes y protagónicos en el relato. El sapo y la mariposa hacen una sincronía perfecta. Y esos lunares en la niña que te hacen pensar que nosotros los humanos debemos sufrir una metamorfosis para ser bellos como ellas, sufrir una mutación, aunque sea para vivir un día o algunos meses, convertirse en mariposa para vivir y entregarle a un extraño alegría.
    ¿Sabías que Fátima significa “la joven espléndida”, que unas de las primeras en llevar este nombre fue la hija menor del profeta Mahoma? Nada es al azar.
    Gracias por hacerme reencontrarme con las mariposas, hace tiempo que no pensaba en estos adorables seres, gracias por recordar que el tiempo es irremediablemente fugitivo y que debemos coger el día. La vida es corta, como la de una mariposa.

    J.A.

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  3. Me devasto tu poema, me dejó sin palabras, esos momentos en que una se extravía y no sabe que decir.
    Tatiana

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